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Dos manos, dos “refrescos”, dos “corcholatas” 

Documental político 

Emilio Trinidad 

Son las extremidades del Presidente. Lado izquierdo y lado derecho, y así, como brazos y piernas de quien decide, somete, retrocede e impone, caminarán juntos en una temeraria expresión de arrogancia y soberbia para alzar la mano de quién entre ellos dos, resulte el nuevo “rayo de esperanza” de un movimiento que ha fragmentado, dividido y envenenado a una sociedad de brazos caídos y acostumbrada al silencio, aún cuando ha recibido mortíferos golpes y traiciones. 

Como su jefe, se creen infalibles, perfectos, incuestionables, poseedores de la verdad absoluta y por ello, no les preocupa que Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal expresen malestar y desconfianza en un juego de dados cargados. Los hacen menos y creen que sus seguidores no les hacen falta. No los necesitan.  

Una y otro se apresurarán a levantar la mano y abrazar a quien resulte triunfador o triunfadora, para no sólo seguir activos y vigentes, sino para subirse al motor de la campaña de Morena y obtener un alto cargo en la siguiente administración. 

Ambos expresan ser la copia fiel (¿o engendro?) de Andrés Manuel López Obrador, y por eso dicen que habrá total continuidad y que hay “piso parejo” en su proceso sucesorio interno. 

Aunque Ricardo Monreal ya dijo que jugará del lado del Presidente, seguirá siendo una voz importante y patearlo o hacerlo a un lado podría traerles consecuencias sumamente graves, y si además Marcelo Ebrard -que va adelante en las encuestas pero colocado detrás de las mismas por decisión y simpatías del tabasqueño hacia otros aspirantes- decide rechazar y descalificar la amañada contienda y jugar con otras siglas, el boquete podría ser tan grande que en una de esas les arrebata la Presidencia. 

López Obrador y sus dos extremidades -Claudia Sheinbaum Pardo y Adán Augusto López Hernández- se han burlado no sólo del pueblo sino de la inteligencia del canciller y del líder del Senado y eso también es traición, porque la lealtad se debe nutrir de reciprocidad, pero en el caso del poderoso Presidente, no hay más que sometimiento, silencio, obediencia y caravana hacia él.  

El jefe del Ejecutivo y sus dos corcholatas, con su arrogancia, están convirtiendo a México en una olla expres que con tanta lumbre, podría estallar y regar ese cultivo de odio, de insensatez, de falsedad, de corrupción, de injusticias, de impunidad, de engaños y mentiras con las que han venido alimentando a una sociedad, a la que se le va a acabar la tolerancia y la paciencia y puede por fin despertar para retirarle su apoyo a un gobierno que sólo le ha dado espalda. 

De tantos golpes, latigazos a nuestra economía, a nuestra tranquilidad, a nuestra paz, a nuestra seguridad, a nuestro progreso, la población se les puede voltear, tan o más violenta que la violencia que ellos mismos han protegido e impulsado. 

Este país es hoy un caldero, y a López Obrador le encanta la polarización, la confrontación y la división que él mismo aviva, aplaude y provoca, porque piensa que le conviene, pero no se ha percatado de que todo eso se le puede voltear por falta de resultados. 

Ojalá y todos los inconformes, los decepcionados, los burlados, los utilizados, los sin partido, que son muchos más millones de los 15 que puede traer hoy Morena, todos ellos salgan a votar en el 2024 para no permitir que sigan destrozando, dinamitando a un México que no merece esa clase de pequeños pero insaciables gobernantes. 

Pero ojalá, también, quien les compita por la Presidencia de la República, sea un rostro nuevo, fresco, sin cola, y no uno de la enorme lista de aspirantes muy vistos, muy mañosos, muy desprestigiados y muy señalados con los que la oposición pretende competir.  

De esos se va a seguir riendo López Obrador, porque sabe que hoy hasta con una vaca o un buey, Morena arrasa en la elección presidencial. 

El tiempo corre pero la oposición sigue sentada y ofreciendo fichas muy jugadas y quemadas, sabiendo que así, el pleito arriba del ring será muy disparejo. Peso gallo contra peso completo.  

¿Cómo ganar? 

¿Santiago Creel? Habría sido un gran Presidente. Con preparación académica, experiencia parlamentaria y de gobierno pero su tiempo pasó. Cuando fue secretario de Gobernación y con todo el poder, perdió la interna con el entonces desempleado Felipe Calderón. Si recibiera el apoyo real de todos los partidos políticos que hoy son oposición, podría alzarse con el triunfo. 

¿Lilly Téllez? Jóven, guapa con discurso atractivo de castigar a estos que están acabando con México pero inexperta. La Presidencia es un tema serio. 

¿Uno del PRI? Es un cadáver andante. 

¿Mancera? ¿Silvano? ¡Por Dios! 

¿Dante Delgado piensa ir sólo con Movimiento Ciudadano sabiendo que así no gana? 

¿José Ángel Gurría? Sería un gran Presidente pero hoy es un pésimo precandidato. 

Qué pena. Qué triste que las vanidades, las ambiciones y los sueños imposibles hagan presa a los que hoy dicen tener la fórmula para derrotar al tirano y a su corcholata, pero que en el fondo saben que con las cartas que tienen y quieren jugar, no hay manera. 

Ni noqueando ganan.  

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emiliotrinidad6131@gmail.com 

emiliotrinidad61@hotmail.com 

Twitter: @emtrizal61  

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