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COLUMNAS

Payán “el periodista…”

De memoria

Carlos Ferreyra Carrasco

Le llamé a “La China” Mendoza:
Chinita ya estoy aquí, mañana recibo mi primera orden de trabajo.

Exagerada en sus afectos, la escritora festejó mi suma con los viejos, algunos, expulsados de Excélsior. Preguntó por el director del naciente cotidiano, lo reconoció como un gran profesional de los medios y preguntó por el segundo de a bordo.

¿Carlitos Payán. Y qué sabe él de periodismo?

Payán, comentó la China., era el encargado de atender a los periodistas en el Infonavit. No lo dijo pero en las claves del oficio atender equivale a entregar los Chayos, esa era toda su relación y conocimiento del medio informativo.

Nunca se conoció una sola cuartilla bajo su autoría y mientras pude observarlo, éramos grandes y afectuosos amigos, tampoco le conocí una decisión, una orientación, una pauta para generar información.

En las Asambleas de la que en serio creíamos cooperativa, al costado de Manuel Becerra Acosta hacía coro con Aguilar Camín y Fernando Benítez para respaldar las ocurrencias del capitoste.

Generalmente alcoholizado al igual que Aguilar Camín, sus instrucciones eran correctas y sus guías las adecuadas.

Payán era menos que cero a la izquierda, hasta que le surgió al hombre vil que todos llevamos adentro. Y a la sorda, sólo dejándose llevar, participó en el robo perpetrado por Becerra Acosta contra los cooperativistas.

Fue el cabecilla del movimiento para crear un sindicato liquidando a la sociedad por la que los trabajadores éran, los propietarios

Payán estaba en el ajo. La Lira, Carmen, actuaba en nombre de una sociedad mercantil que tenía  registrados cabezal, propiedades inmuebles y muebles, así como maquinaria.

Fastidiado, Becerra Acosta en dos oportunidades abandonó el diario, mismas en las que Payán no se atrevió a asumir la dirección. Enredos más, la conclusión fue que Manuel Alonzo se hizo de la propiedad de todo usando a un hombre cuyas debilidades y pillerías convirtió en sus ventajas.

Luis Gutierrez tras breve e inexplicable propiedad sobre todos los bienes materiales y morales o legales de la empresa, trasladó la documentación íntegra al vocero presidencial, Manuel Alonzo que resultó un farsante como periodista.

El jarocho, Luis, habría recibido 800 mil dólares por el beso de Midas mientras que a Manuel Becerra lo enviaron con todo y castañuelas  a España, donde murió. Un millón de dólares le acompañaron.

Quienes decidieron acompañar en La Jornada a sus creadores, antes que nada olvidaron las traiciones y raterías de la pareja eI disoluble, Carlos Payán y Carmen Lira, “la Máscachicles” entre la pandilla reporteril.

Payán obtuvo el exilio dorado, cerca de Los Cuatro Gatos y la Lira ve pasar con placidez la vida. Más de treinta años en un cargo que era rotatorio entre los fundadores.

La historia se repite y los antes socios y codueños, miran sus percepciones encogerse mientras las jerarquías del diario, como lo era Payán, disfrutan hasta el final.

País de entes de memoria ausente y de experiencias negativas que se repiten sin parar. ¿Payán periodista? De veras hemos  caído bajo el oficio como ejercicio de servicio a la sociedad.

Y. Mire , la selección natural, tres coyotitos de la misma loma…

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