De memoria
Carlos Ferreyra Carrasco
Existe un mal mental. La idiocia. Muy cercano al retraso cerebral. En ciertos casos se detecta cuando los ojos del individuo se empeñan en mirar en sentidos inversos.
Estoy inventando pero suena lindo cuando se piensa en un sujeto de mirada huidiza, qué nunca en su vida hizo nada más que un desastre, al amparo de otro ser igual. Y ambos llegaron a la cima política y económicas.
“Pero habla inglés y francés”, argumenta alguien. Le responden que ellos tienen un primo que habla inglés, es jardinero en Florida y nunca pasará de PericoPerro.
Del desastre de la soñada Línea bicentenario, con la que sería inscrito en bronce entre las grandes obras que le dieron historia, brillo y funcionalidad a la macrourbe, todos recordamos, cientos de víctimas fatales o graves y un baile, que sigue, de miles de millones de pesos.
Anuncian con bombo y platillos, fanfarrías al viento, que finalmente abrirán el túnel. Karma y nos amanecemos, accidente en la Línea Tres del que se investigará hasta sus últimas consecuencias, dice Cheimbaun mientras baja del helicóptero purembe haciendo malabares con las corundas.
Al comienzo de este gobierno federal, hubo un sospechoso incendio que dejó totalmente inservible el Centro de Control. Nadie se agitó por esa nimiedad.
Pragmáticos hasta lo inimaginable, dotaron de celulares a los operadores que mediante el GPS de su aparato ubican automática, los convoyes cercanos y prevén accidentes.
Naturalmente ya no hay sistema automático y la responsabilidad, así, a lo marceliano o a lopeleasno, queda bajo la responsabilidad de cada conductor. Debemos temer por el futuro del chofer de la línea tres.
Antes de la rapiña de la Bicentenario, Ebrard tuvo en una diarrea neuronal, que casi le deja en calidad de coco playero su cráneo.
De sus acusadas cobardías que le costaron inclusive un breve y reducido refugio en París, donde además estrenó compañera, no diremos nada. Un acto vil que tras la expulsión decidida por Fox, fue reivindicado por el Hombre de los Pantanos de Centla al que ahora acompaña en la sucesión.
Quedará para la historia, la caja de vidrio que protégé a un elevador a unos metros del original en el Monumento a la Revolución.
¿Mejor ejemplo de idiotez? Búsquelo el lector…
