De memoria

Carlos Ferreyra Carrasco
Andrés Manuel López Obrador, presidente Constitucional de los Estados Unidos Méxicanos, fuera de todo control, ya anunció su intención de pernoctar en la cama de Benito Juárez hasta el año de 2030.
Para eso ha ido desapareciendo las instancias legales que eran garantes de la marcha democrática del país. Vaya, de respeto a quienes vivimos en esta nación.
Que de hecho ya logró que esos sucios políticos que muestran con descaro su inmoralidad desde escaños y curules, se arqueen y ofrezcan la flor de una virginidad inexistente.
López Obrador la toma, la goza y sigue adelante. La gente, esperanzada, piensa que la Tremenda Corte, los Trespatines y las Nananinas que la integran se convertirán en adalides de la legalidad y defenderán con capa y espada a la jocosamente citada como Carta Magna.
De la espada nada sabemos, pero la capa es condición sine qua non para ejercer la vida pública. Con tramposillos como Ricardo Monreal votando en contra.
No puede haber prueba mås evidente del ejercicio democrático, del respeto a las instituciones y de la libertad de opinión, de pensamiento y acción de los individuos.
Imaginen, el líder del corral morenista votando al contrario de su partido y aún así mantener sus intenciones manifestadas públicamente, de estar en la boleta presidencial por el movimiento Macuspana.
El ridículo señor que desquicia todas las mañanas a los mexicanos, a unos que no aguantan la risa ante un anciano que, como dicen los argentinos que hoy son moda, está “gagá”, ido en una sola palabra.
Otros que toman muy seriamente sus diatribas y de hecho amenazas cuyo fruto evidente es el asesinato de 40 periodistas en lo que va de su sexenio y 18 en este año.
Internacionalmente es el payasito de la fiesta, acompañamos este comentario con su propuesta de paz en la que deriva la garantía en la salud, la educación y la alimentación y, el colmo, pide garantizar el abasto de medicinas para los habitantes del orbe.
Para lograrlo sugiere la formación de un comité integrado por el secretario general de la ONU, el premier Indio y el Papa. Ninguno de los tres se dio por aludido.
Antes, sin una campaña real de apoyo a su candidato, buscó Pepenarse el Banco Interamericano de Desarrollo, que han presidido ilustres compatriotas. No recibió sino uno o dos votos.
Furioso porque en su estimación logró un acuerdo para liberar a Argentina de una pesada deuda, reclamó el voto en contra de los gauchos.
Lo cierto es que con o sin su intervención a la inmanejable deuda internacional de los conosureños, se les iba y se les concedió un mayor plazo, pero de que tienen que pagar no hay duda.
La semana anterior el viajero frecuente se reunió en esta capital con su homólogo el canciller español, para normalizar relaciones entre los dos países.
Al menos yo, ignoraba que el patriarca de Palacio había decretado una especie de suspensión diplomática sin llegar a la ruptura. Una situación rudícula por donde se vea.
Los anunciantes se mostraron muy contentos en todos los medios posibles. Un triunfo de Magcelo que no soportó el patrón. La razón, explicó un par de das después, congeló las relaciones porque a su exigencia de una solicitud de perdón por los excesos de la Conquista, el monarca hispano nunca dio respuesta.
La patochada, se supo, fue invención de nuestra historiadora La Betty y el omiso, el Rey Juan Carlos que, cierto, ya no es el hombre en el trono. Pero López Obrador sí lo es y entre ocupantes de tronos y cetros, no se valen las desatenciones.
Conclusión, se mantienen en el congelador las relaciones hasta que los Reyes Católicos, quizá vía médium, pidan perdón.
Insistimos en reconocer como presidente legal de Perú, al globo sonda alentado por el mexicano a disolver el Congreso. Un dedo sobre el renglón de uno de los varios guiones políticos en las alforjas palatinas.
Los peruanos expresan a nivel popular contra México… y nos vale.