Carlos Ferreyra Carrasco
Los objetos del deseo de Andrés Manuel López Obrador en orden de aparición, son el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, PRI; el también ex mandatario Felipe Calderon Hinojosa, PAN, y como nueva y refulgente estrella en el firmamento, Ricardo Monreal Ávila, PRI, MC, PV, PRD y hoy MORENA.
Considerando que el movimiento pejiasno está conformado con tricolores en su enorme mayoría y el resto con deshechos políticos de otros grupúsculos políticos, nada sorprenderá al líder supremo en las maniobras del experimentado grillo.
Antes bien, el todavía militante morado camote debe prepararse para convertirse de Niño Maravilla, por algo encabeza el Senado, a vulgar blanco de fobias y odios de la jauría que ladra cuando el mastín, Peje, lanza el primer aullido.
El dibujo, donde sin pudor lo califican como el Monorreal, es la patada de salida. De aquí a su renuncia al morenismo y su brinco a otro partido, el que sea, le es indiferente, el político que probablemente es el único de esa raza subhumana que provoca insomnio al Okupa del Palacio Virrenal, deberá estructurar una estrategia que lo lleve a… ¿palacio, Los Pinos?
Acostumbrado a los lodazales de nuestra risible por no decir triste o lamentable democracia, Ricardo y su tribu zacatecana le sacarán más de un susto al candidato pejista, el agraciado por el dedo atolero.
Sigo apostando por el traído para eso, para suceder y garantizar el continuismo, Adán. Pensándolo cual pejesaurio, será la única manera por la que el venido de los pantanos de Centla, conserve ad perpetuam su actual vivienda.
Monreal o Ebrard lo primero que harán será propinarle un patín yucateco en el trasero para enviarlo a ondear changos por la cola.
En su natal Tabasco sobran…
