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Contener presión inflacionaria debe ser un trabajo en conjunto y no solo del Banco de México 

Víctor Barrera

Algo no anda bien, pese a que el gobierno federal ha aumentado el subsidio para las gasolinas y el diésel, con el objetivo principal de detener el incremento del costo de los productos básicos de la canasta alimentaría, esto no se ha logrado. 

Lo que ha mantenido el índice de inflación por encima del 7 por ciento, nivel alejado a las expectativas que  se tiene para este año y en la primera quincena del mes de marzo, este se ubico en 7.29 por ciento, debido principalmente al aumento en el costo de los productos agrícolas que alcanzó un incremento anual de 15.93 por ciento. 

Mientras que el costo de los energéticos y las tarifas  autorizadas, electricidad, predio, agua gas, gasolinas etcétera; alcanzaron un incremento del 4.28 por ciento. 

Esto, dirán muchos expertos, es consecuencia directa del conflicto que viven Rusia y Ucrania,  pero también es por la falta de una estrategia del gobierno federal mexicano para evitar que se especule con el precio de los productos básicos,  arguyendo que el costo de los combustibles se mantiene al alza. 

Deberemos entender que en los últimos años el sector agropecuario del país, se le redujo su presupuesto y hubo un incremento en los fertilizantes, lo que provoca que  la siembra de estos productos sea más cara y  se refleje directamente en el costo final. También el alimento y forraje de los animales de granja se incrementó y también el precio final. 

Si a esto le sumamos que, a pesar de ser un país con un territorio bastante amplio, la producción agropecuaria sigue disminuyendo por distintos factores, como consecuencia de que muchos de estos productos agropecuarios son de importación, lo que eleva el precio de los productos. 

Entonces nos muestra que las autoridades federales no han hecho su labor para intentar menguar el alto nivel de inflación, dejando al Banco de México (Banxico), como uno ente para  detener este incremento. 

La Junta de Gobierno ha aplicado su política monetaria para evitar que se eleve el índice de inflación, a través de elevar sus tasas de interés, que en este momento se ubican en 6 por ciento. 

Hoy nuevamente se espera que esta Junta de Gobierno eleve el nivel de sus tasas. Sin embargo, ante la falta de una estrategia económica que acompañe a la decisión del Banco de México, el resultado es solamente el cumplir una profecía autocumplida de anticipar precios más altos. 

Entonces es donde observamos, repito, que algo no camina bien, porque poco ayuda a la salud financiera del país disponer de cientos de miles de millones de pesos para subsidiar fiscalmente las gasolinas y conseguir un efecto temporal en los precios a cambio de complicar la salud macroeconómica del país y enfrentarse a peores consecuencias como lo es una eventual pérdida del grado de inversión.  

La presión en los precios es global, y poco se puede hacer en el terreno local para controlar esos costos. Pero el gobierno debe empezar a garantizar el abasto de esos productos, así tengan costos altos. 

El gobierno federal deberá recurrir a esas estrategias que en algún tiempo dieron resultados, los famosos pactos económicos, donde se llegaban a acuerdos entre el sector patronal, el gobierno y el laboral, para mantener el precio de los productos estables. 

Este gobierno debe actuar como ayudante a la Banca Central para realizar su nada fácil trabajo desde su limitada trinchera de la política monetaria. 

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