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COLUMNAS

La toma de Aguililla

Eduardo García Anguiano.

 

El ejército mexicano toma el control en el territorio de Michoacán de Ocampo.

 

La Secretaría de la Defensa Nacional en coordinación con la Guardia Nacional y la Policía de Michoacán, ingresaron al municipio de Aguililla, con el fin de recuperar la región de Tierra Caliente que tenían en su poder los grupos de la delincuencia organizada.

 

Se anunció que las operaciones abarcarían: instalar una mesa de diálogo para la pacificación de Aguililla, poner en marcha programas sociales e ingresar y liberar localidades con presencia de la delincuencia organizada.

 

Cómo ganar las mentes y los corazones, se preguntaron los analistas contrainsurgentes, desde Malasia y Vietnam o en Irak y Afganistán, no prestar la atención debida para obtener el apoyo de la población o ignorar los aspectos culturales del conflicto puede resultar contraproducente.

 

Recordemos que ya se habían realizado operaciones de este tipo en años anteriores en diferentes partes de la entidad, en aquella ocasión con el levantamiento de las autodefensas, que apareció como el detonante de la intervención federal.

 

¿Cuáles serán los resultados de esta nueva incursión para recuperar el ejercicio de la fuerza por las autoridades legítimas? Es difícil de predecir, sin embargo, planteo algunos pormenores.

 

El objetivo final de las acciones sicológicas y cívicas debe ser fracturar la cohesión de los adversarios, con el apoyo de la mayor cantidad de fuerzas locales para lograr que el horizonte se vislumbre más prometedor con la guía institucional que con los grupos de la delincuencia.

 

El efecto “shock”.- La fuerza sirve en períodos cortos de tiempo porque el impacto de la entrada externa se agota rápido, por lo que una vez restablecido el orden público se deberá dar paso a la preeminencia de las instituciones locales.

 

Esto implica que previamente se depuren y reestructuren las policías oriundas; la velocidad en esta tarea será clave para avanzar no sólo en lo urgente sino en lo importante: dar paso a que las acciones de desarrollo económico, social, cultural y cívico den el resultado ideológico – político esperado.

 

Proteger a la población.- Antes de dar la imagen de cuidar a paramilitares o a fuerzas de seguridad, lo que procede es que el gobierno federal aplique la protección a la gente, actividad que se le arrebató a la estructura institucional local.

 

Mejora de vida.- Liberar a la población del yugo criminal no significa la adhesión inmediata a las fuerzas federales o autoridades locales. Por tanto, los aspectos económicos, sociales, culturales y cívicos deben acompañar la estrategia a corto y medio plazo, pues son decisivos para ganar la aceptación de la gente al mostrarles que puede existir un futuro libre del crimen y libre también de la tutela federal in situ.

 

Los michoacanos deben percibir que es posible un mejor porvenir sin el control criminal, pero esa lucha por las mentes y los corazones, tarea en el orden de la seguridad nacional, aún está por cristalizar.

 

Sun Tzu expresó: “La victoria se obtiene antes de que comience la batalla”.

 

secretariadoejecutivo1313@gmail.com

 

 

 

 

 

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