Carlos Ferreyra Carrasco
Observamos al presidente exultante, feliz y realizado en su mañanera del viernes. Al fin una noticia buena para él, pésima para el país: con la compra de la refinería tejana; México usará un total de dos mil cien millones de dólares.
Y adquiere la chatarra de unas instalaciones que los dueños, Shell, habían decidido abandonar para cambiarlas por otro tipo de industria generadora de energías pero bajo el concepto de limpias.
Desglosar el costo, que no es igual al valor de la fabrica de gasolinas, es tan simple como la entrega de 600 millones de dólares, la liquidación de otra cantidad igual por los inventarios y la aceptación de los adeudos empresariales, 900 millones de dólares mas.
Ciertamente deberían informar si el pago mencionado al principio corresponde a la inversión mexicana en la empresa, de la que ya éramos socios. O si es un plus, lo que elevaría aún más el costo de la compra.
En su increíble felicidad, el mandatario anunció que con cinco refinerías funcionando, mas Dos Bocas y la recién adquirida, produciremos dos millones de barriles diarios de gasolina y diésel.
Deer Park, y habrá que aceptarlo con pincitas, puede procesar 360 mil barriles cada 24 horas. En su euforia, el presidente olvidó que por enésima ocasión, su juguetito tabasqueño, Dos Bocas, se encuentra bajo las aguas.
Difícilmente los ineficientes técnicos castrenses podrán cumplirle el gusto de la inauguración, especialmente si se han dedicado en cuerpo y alma a rasurar las ricas selvas pletóricas de árboles maderables de gran clientela, en especial la caoba.
Como sea, la fabrica de combustibles quedará bajo el dominio de una nuera y sus padres, concesionarios y cabilderos registrados en Pémex.
Tanta felicidad puede acabar con quien sea. Apabullado por el entusiasmo el mandatario tuvo molestias que llevaron a temer por la repetición de su anterior accidente cardiaco.
Ante la perspectiva, se decidió llevarlo al Hospital Militar donde además de la excelencia médica, se garantiza la discreción. De allí sólo saldrá lo que los médicos quieran informar. O les permitan informar.
Buscando en las redes encontramos dos ilustraciones que nos permiten saber que hay motivos para temer un desenlace grave.
Y que debemos estar alertas ante la masa de oportunistas y desequilibrados que lo rodean. No sería conveniente una sucesión caótica, la lucha entre la cáfila de ambiciosos y cínicos ladrones que integran el gabinete.
Encontramos las presentes ilustraciones y entendamos que no fue “una revisión” sino la operación necesaria para impedirle otro incidente cardiovascular…
