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COLUMNAS

Autobombo…

De memoria

Carlos Ferreyra Carrasco

Es tema para un sociólogo, quizá un loquero o sencillamente para cualquiera que se sienta atado a la realidad.

Durante varios años laboré en oficinas de Prensa desde las que pude contemplar a quienes ejercían el mando en las altas burocracias.

Comenzaré por excluir en estos comentarios a los antiguos miembros de la diplomacia, un sector que se tomaba en serio su papel y con tal intención vivía sometido a cursos y exámenes.

No así en la actualidad donde está en la punta de la torre un señor de apellidos franceses que ha fracasado en sus encargos anteriores, de los que ha sido removido una y otra vez.

Siempre a la sombra de un robusto árbol, se ha beneficiado de altos cargos y ha recibido protección por sus fallas que lindan en responsabilidades criminales.

Dos ejemplos se vienen a la mente de inmediato, el brutal linchamiento de tres agentes que buscaban narcos en Tláhuac, dos de ellos quemados vivos y el asesinato masivo de pasajeros de la línea Bicentenario de cuyo crimen no hay culpables.

Su nombre, Marcelo Ebrard Casaubón, pretendiente y puntero, cree él, en la sucesión. Morenazo.

En menos días de una semana, apunta un esmerado observador político, usted difundió 72 tuits. 13 para convocar al mitin en el Zócalo y difundir fotos, 6 para apoyar a AMLO, 5 para decir lo que hará, 7 de actos oficiales y 41 de promoción personal.

Ninguno para protegernos del COVI, anota quien le atribuye la cifra de alrededor de 600 millones de pesos utilizados en esa gestión.

Nombre: Claudia Cheimbaun apoyada, lanzada al ruedo por su manejador. Rehecha físicamente piensa que es ella quien se aposentara en la Silla del Águila. Constructora de los segundos pisos cuyos costos no sabemos y responsable de la muerte de niños en el Colegio de Tlalpan, donde era alcalde. Morenaza, desde luego.

Ademas de Porfirio Muñoz Ledo que se encuentra en calidad de apestado en todos los partidos que mancilló, hay otro ente político que con pleno conocimiento del sistema, sus trampas y recovecos, lucha por llegar a Palacio.

Incólume, sin mancha alguna en los escándalos protagonizados, desde almacenamiento de drogas hasta envíos de cifras millonarias con destinatarios nunca aclarados, joven aún, se coloca en posición de fuerza y aunque manifieste lo contrario, treparse al gobierno capitalino lo colocaría en un simple paso lateral para cambiar domicilio.

Su nombre: Ricardo Monreal Ávila quien se deja querer mientras suma adeptos, tránsfuga como parece ser el sustrato de nuestros hombres públicos, coquetea con Dante y su empresa Movimiento Ciudadano. Morenazo, hasta el momento de las definiciones.

De los posibles, esos me parecen todos. Pero de las banquetas de enfrente comienzan a surgir una surtida muestra de payasos y de inconscientes.

Dejemos de lado al mazacote denominado Frente, donde se apelotonan varios ex candidatos, dirigentes de organismos de la Sociedad Civil y expertos en aparecer en los medios, así deban lamentar el fallecimiento de Hitler o del Padre Pro. El chiste es estar. Y todos con aspiración. Ya se destazarán.

Los tricolores dudan. Una víbora, boa por su tamaño, quiere ocupar la Presidencia, pero a trasmano, mediante su hijito al que sin historia ni trayectoria hizo gobernador.

Sus nombres: José Murad Casab y el retoño Alejandro Murat. Ambos exitosos latifundistas urbanos a partir de la Dirección General del Infonavit. Las propiedades, documentadas y publicadas, se encuentran en Estados Unidos. Aunque priistas formalmente, se les sabe con gran cercanía a Morena.

Teóricamente chocarán con un tipo cuyo sobrenombre lo descalifica totalmente. Y que supone en su yo íntimo, que dirige al PRI. En diversas oportunidades se acercó al presidente López al que no logró convencer como pretendía.

Su mote, Alito, su nombre no importa porque no registra obra destacada ni labor partidaria apreciable. Al contrario, se le achaca el desdibujamiento del tricolor, donde habrá de permanecer muy a su pesar.

Con los políticos profesionales que dieron brillo al legendario partidazo, brinca por allí un hijo de la nostalgia, niño de pañales de seda que supone que la ciencia política se hereda, o se inyecta vía intrapiernosa.

El padre, cuya campaña iba definitivamente en picada, fue apoyado con un discurso que revisó, quizá pergeñó el presidente Salinas. Es lo único que se le recuerda, ademas de su indignante ejecución.

El mandatario nunca se equivoca y a Luis Donaldo lo designó candidato el ocupante de Los Pinos. Era alegre, festivo y muy grato. Pero no suficiente para penetrar el animo de los votantes. Hubo que sustituirlo.

Con el mismo nombre lanzan al ruedo al hijo. Ya es alcalde de Monterrey aunque por ahora no se conozcan sus virtudes administrativas ni sus decisiones políticas o sociales.

Confiados en el carisma del padre, que nada mas alcanzaba a sus amigos y colaboradores, las oportunistas dirigencias de ciertos institutos políticos, especialmente tricolores y naranjitas de Dante, se preparan para lanzarlo a La Grande.

Su reclamo: la fotografía lo dice claramente, el niño bonito en dialogo con Dios, mostrando el camino de la gloria para la nación. Así lo hubiese pintado Miquelanyelo Buonarroti en la cúpula del recinto más sagrado…

Fuera de simpatías y partidarismos, acongoja la falta de ciudadanos aptos y organizaciones dispuestas a algo más que agandallarse presupuestos, repartir prebendas y riquezas de la Nación.

Por hoy, diría la abuela Chite, no hay más que esos bueyes para arar…

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