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LUCES Y SOMBRAS A MITAD DEL SEXENIO

Jorge Meléndez Preciado

El miércoles uno de diciembre se cumplieron tres años en los que está al frente de la Presidencia de la República: Andrés Manuel López Obrador.

Como es tradicional en este mandatario que le importa sobremanera hacer la comunicación de manera presencial, habrá un festejo en el zócalo capitalino, en el cual, asimismo, estarán grupos para amenizar el acto, desde el mariachi hasta los de cumbia.

Muchos han puesto el grito en el cielo por  esa actividad. Pero estuvieron felices en otras como la Fórmula Uno- con boletos que resultan carísimos- y los conciertos para jóvenes, entre otros. Lo que muestra que el negocio no se puede criticar, aunque la política sí.

Es cierto, ya desatada la nueva cepa del Covid- 19: Ómicron, hay que poner mayor atención en la posibilidad de contagios. Algo que deben tomar en cuenta las autoridades. Los cubrebocas son indispensables

La fortaleza de López Obrador se puede medir porque en la más reciente encuesta de El Universal encontramos que el 68 por ciento apoya a esta administración federal. Y en otras los números son parecidos (71 por ciento en Demotecnia).

Ello porque la forma de comunicar de López Obrador: las conferencias en la mañana, las giras y los encuentros con diversos grupos políticos han dado resultados en momentos de descrédito de los medios de información de antaño, que no han cambiado en su forma de abordar y tratar los problemas.

Pero eso también le ha traído a López Obrador su parte negativa: cada día abre más frentes de batalla de lo que debería tener, algo que indudablemente le resultará costoso a la larga.

Además, salvo los funcionarios más cercanos, en  varios secretarios de Estado hay poca actividad en atender los problemas y en otros son tantas las dificultades para superar los rezagos acumulados que el avance es casi invisible.

Estamos, por tanto, ante la mutipresencia de un solo hombre con un equipo compacto que hace el mayor esfuerzo por resolver las graves dificultades: economía, en especial el desempleo; inseguridad, donde hay avances a pesar de que se diga lo contrario; salud, el regaño de AMLO al secretario, Jorge Alcocer, es muy sintomático; vivienda, nulos avances; educación, no han funcionado los nuevos programas y los conflictos con las instituciones de educación superior crecen, mientras los burócratas de la SEP únicamente se dedican a realizar actos para unos cuantos; cultura, ¿dónde anda, señora Frausto?.

Con todo, al gobierno lo considera la población confiable, aunque anota varias cuestiones burocráticas hasta en los programas insignias, como el de adultos mayores, que es lento y torpe.

Recientemente hubo varios asuntos que levantaron ámpula.

El discurso del general Luis Crescencio Sandoval apoyando a la Cuatro T. Acerca de este acontecimiento, un artículo de Salvador Camarena, nada cercano al gobierno, puso las cosas en su lugar (El Financiero, 25 de noviembre). Los secretarios de la Defensa siempre han arropado a los regímenes en turno.

Un decreto enviado por AMLO para blindar sus obras principales: Tren Maya, Aeropuerto, etcétera. En The Wall Street Journal, la periodista Mary Anastasi O´Grady, señaló que se realizó porque se le acaba el tiempo a López Obrador, algo que es parcialmente cierto, ya que como nunca cada tarea mayúscula de este gobierno es bombardeado con amparos de los empresarios irritados, aunque ellos no cumplan en sus negocios con las obligaciones a sus empleados.

Y un aumento en la inflación del siete por ciento, más una devaluación del peso respecto al dólar de 21 por ciento. Ambos problemas, sumados al mayor desempleo formal y una pobreza que ha aumentado.

Dichas cuestiones tienen razones internas por la falta de inversión  de los empresarios mexicanos, incluso algunos que están en el consejo asesor de la presidencia de la república, y no debemos olvidar la pandemia.

Hay, pues, que poner los problemas en su contexto. Los de abajo apoyan; los de arriba boicotean al máximo. Dificultades de los cambios en México que deben atacarse de otra manera, sobre todo impulsando un movimiento amplio, dentro y fuera de Morena, con estrategias claras, precisas y puntuales.

Si no se va por ese camino, los esfuerzos de un solo personaje no fructificarán como se esperaba.

Tampoco es necesario poner en la lista de los adversarios a quienes han buscado la transformación del país- cada uno a su manera-, como recientemente ocurrió con Carmen Aristegui y la revista Proceso. Dos referentes, no importando las discrepancias que tengamos, de un nuevo periodismo.

Mientras tanto, en la oposición tenemos más de lo mismo. Primero fue Frenna, luego Va por México y ahora el Frente Cívico Nacional, bautizado muy bien por Julio Astillero como Frecin, acrónimo que lo dice todo.

jamelendez44@gmail.com

@jamelendez44

 

 

 

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