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Fui hija; hoy madre que no quiere ver más pérdidas humanas por esa mortal enfermedad. Las ausencias duelen

Socorro Valdez Guerrero

A mis escasos 12 años, no la entendía. Odiaba su acción de madre. 

Sus ¡Miedos! 

Me hacía insegura su sobreprotección. 

En aquel entonces ni encierro ni incertidumbre. 

¡Había libertad! Eran los 70’s de juegos y convivencia de frente.

No había ¡COVID! Y menos ¡Delta!

Había inconsciencia de niña, de adolescente, después de joven.

Era llevar la contraria. No tan diferente a hoy.

Ella imponía y lo detestaba. Me prohibía todo por mi enfermedad asmática. 

Por las noches me ahogaba, no dormía, faltaba el oxígeno.

Los pulmones vulnerados, y era nunca descalza ni mojarme ni descuidarme.

Era la regla del ¡No! Ni correr ni ¡Nada! O era ¡Hospital! 

Sus temores paralizaban. 

Me obligaba a usar “horribles” botas de plástico, hoy tan de moda para proteger del agua, del lodo, de la lluvia.

Volví a odiar y las ¡Rompí! Me daba pena usarlas en la escuelas. Llevar impermeable.

Ahora muerta, la entiendo, me ¡Sobre protegía!

No quería perderme, como hoy no quiero perder a mis hijas, a mis sobrinas.

A ¡nadie! 

Quisiera una burbuja, y proteger jóvenes, niños, adolescentes. 

¡Empujarlos! A la ¡vida! Son temores, que rondan los pensamientos.

Sacudo mi cabeza y busco cómo promover aliento, acciones de ¡Conciencia!

Leo y la nube gris, el ¡Luto!, el ¡Miedo!

La torpeza, no de ellos, de los obligados a no minimizar, a orientar, a advertir el ¡Peligro! 

¡Incertidumbre! ¡Basta! Fue ya suficiente esas ausencias, esos pesares, la ¡Zozobra!..

Hoy es decisión, acción, ¡empuje!

Ellos no merecen morir. 

Son niños, adolescentes y aún jóvenes, con más vida que yo. 

Con más que hacer.

A ellos, quiero llegar. 

A su ¡conciencia! A su sensibilidad. 

A ti con mis letras en tu corazón, no como madre, como hija que no escuchó.

Que odió la prohibición y hoy deseo impregnar mi rebeldía para que no te dejes vencer.

Sea el ¡No! Morir, el ¡No! Enfermar y el, sí, da la ¡Batalla! 

¡Vacúnate! 

¡Yo lo hice! Y aún con menos tiempo que tú, controlé mi enfermedad

Quiero impregnarte, ¡vida!

Quiero ser la madre, la amiga, la tía, la abuela, sin miedo. 

Con tu rebeldía.

 Quiero que tú Navidad brille, no más Navidad ¡Negra! Ni triste.

¡No!, nadie la merecemos. Tampoco más sillas vacías en tu mesa. 

¡No!

Fue funesta la vacilación, la  indecisión de gobierno. Nuestra necedad.

¡Retómenos el rumbo! Ayúdanos a ¡Cuidarte! Empujemos la certidumbre, y abatamos los miedos.

Hoy sí quiero un ¡No! Perder a nadie. 

No a mis hijas, no a mis sobrinas.

¡No a ti!.. a nadie. Ni a tus hijos, ni a tus sobrinos ni a tus nietos. 

¡No!, no más niños, adolescentes o jóvenes enfermos o ¡Muertos! 

No por irresponsabilidad de otros. 

No por inmovilidad ni mentiras.

Guiemos el rumbo, exijamos y ¡Actuemos! 

¡Aprendamos a la muerte! Que no se rinde.

Empujemos a ellos que  comienzan. 

Seamos el ejemplo para los de esa vida de encierro y cubre bocas.

Hagámoslo, como sabemos. ¡A conciencia! No con amenazas, no obligados a obedecer.

¡Unámonos! 

Sembrémosles la conciencia, el auto cuidado. 

Tus hijos ahora despegan, no necesitan imposición ni cargar nuestros miedos.

Quieren ¡Rumbo! Enseñanza de adultos.

La que convence con palabras, con ¡acciones!

¡Con actos de amor! Rompamos barreras, y digámosles, ¡están en riesgo! 

El peligro los ronda, los queremos ¡Vivos! 

¡No! ¡Muertos! Ni enfermedad que acecha.

Seamos guía, su escudo protector.

Y tú, ¡muestra tu rebeldía!

No dejes que su titubeo o inacción, te mate, como los mató a ellos.

Un COVID, un Delta ni ¡Nadie!, te detiene.

¿Y sabes por por qué? 

Porque eres un niño, una adolescente o joven, no sólo mexicano, sino ¡Chingón y rebelde! Hasta con la muerte.

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