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El tiempo pasa

De memoria

Carlos Ferreyra Carrasco

… y no podemos olvidar la tragedia del Metro, Línea Dorada, obra mayúscula, emblemática de quien en su momento adquirió el título del más chido alcalde, cómo mencionan ciertos usuarios de las redes, del mundo mundial.

Chistosísimo, porque se lo creen; el mismo título fue comprado a distinto grupo de vividores de los egos desbordados, por Ternurita, el inefable edil capitalino  Miguel Mancera Aguayo, también señalado por sus odiadores que forman legiones, como “El Churros Obregón”.

Y no estoy seguro pero nada me extrañaría que la pésima costumbre de gastar nuestros aportes al erario en homenajes personales, se remonte a la gestión del ahora mandatario nacional, López, que ya cuenta con su diploma como el más grande, eficiente y admirable líder universal.

Él lo anunció, no invento aunque temo que la versión original en boca matutina sí sea obra de la monstruosa capacidad del autor para imaginar.

De lo que me consta, esos diplomas se adquieren a gran precio y los expenden vivales que recorren el orbe ubicando seres vacuos, vacíos, de gran sobre valoración que, en lo íntimo, tienen plena consciencia de su escasa valía y por eso caen fácilmente en manos de tales expendedores de diplomas y certificados llenos de sellos y letras garigoleadas en dorado con ribetes y adornos que remiten a tiempos medievales o del Renacimiento.

Estos vividores se mueven lo mismo en el medio político que en el periodístico y social. Lo único que necesitan es localizar individuos de poco cerebro y mucha vanidad. Los he visto actuar en los dos mencionados inicialmente.

Bien, luego de dos meses de la tragedia del Metro, las conclusiones son simples: el dictamen externo nos dijo lo que sabíamos, uso de materiales de escasa calidad, ahorro en insumos indispensables, mala operación de los trabajadores y construcción sin respetar los planes originales.

El autor del desastre, Carlos Slim, ya se arregló con López y ofreció reponer los tornillos que se había ahorrado y el cemento de la calidad acordada. A su vez, el ambiciosillo Ebrard que no quita la mirada de la Silla del Águila, se da por muerto y no aparece para nada.

Mancera, quieto ante el riesgo de que le carguen el muertito. Él denunció los defectos y suspendió durante años la operación de la línea Bicentenario, aunque finalmente la puso en operación.

Cheimbaun empeñada en cubrir a la directora que decidió no aplicar un centavo a mantenimiento, a la que se le estrellaron dos convoyes y se le incendió el centro de operaciones, fue cubierta, una vez más, por el Manto Sagrado que se estiró hasta amparar a la funcionaria que a cambio de su retiro fue ratificada como concesionaria en el Tren Maya.

Así anunció la gobernadora de la metrópoli la defenestracón de su protegida: “Queremos agradecerle todo su empeño y trabajo a Florencia Serranía, directora del Metro de la Ciudad de México. A partir del día de hoy toma posesión de la dirección del Sistema el ingeniero Guillermo Calderón Aguilera”.

No, no habrá responsables ni culpables, el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Cheimbaun con un trapito y salivita arregla el desastre y hoy nos convence de que nuestro Metro es “de clase mundial” y como suele ser en criterios actuales, envidia de todas las naciones.

Mientras, vamos a otros temas, la mentira semanal, los niños con medicinas y al final: miren a Calderón…

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