Emilio Trinidad Zaldívar
Como pasa con frecuencia en los periódicos, donde los “duendes” de la redacción hacen de las suyas, me sucedió a mí en el área de diseño y edición de la imprenta en la que se imprimió el libro de mi autoría, “Charlando con mi padre”, que contiene una recopilación de pláticas y reflexiones sostenidas con Ángel Trinidad Ferreira.
Resulta que en el capítulo XXXIX aparece, entre los nombres de varios periodistas, el de don Roberto Rock, involucrándolo entre un grupo de comunicadores que han hecho del ejercicio de la pluma, una mina de oro y el mayor de los negocios.
El experimentado columnista es, junto con Carlos Loret, uno de los periodistas mejor informados de la actualidad, y posee un prestigio a toda prueba.
De él sólo he obtenido lecciones y enseñanzas que sirvieron para mi formación, y vendrán descritas en la segunda parte de este esfuerzo editorial.
Por lo anterior, me siento más que obligado a ofrecer a él la mayor de las disculpas, pues es un periodista intachable, al que no se le conocen ni cuentas bancarias, aquí o en el extranjero; tampoco propiedades ni colección de coches o joyas, y a lo largo de su extensa y fructífera carrera profesional, se ha conducido con clara honorabilidad y prestigio.
Padecí y sufro ese terrible error en el libro, que viene acompañado también por fotos quemadas, muy negras, y curiosamente, con errores de dedo y ortográficos en los nombres y cargos de algunos personajes en los mismos pies de foto.
Fue muy extraño que apareciera en esa página el nombre de él y quitaran los de otros.
Todos los días se aprende algo. Hoy paso un trago MUY AMARGO.
Para Usted don Roberto Rock, mi profunda admiración, reconocimiento y respeto.
