Carlos Ferreyra Carrasco
Duce el diccionario que es referencia a una persona destacadamente torpe; las abuelas, que siempre tenían el adjetivo preciso, calificaban así al flojo, descuidado, tonto y, en suma, al irresponsable.
La palabra bien puede aplicarse a la señora que antes de que el tren descarrilado tocara el suelo, anunció que una trabe se colapsó. Pronto se cambió la trabe por una ballena.
A las tres de la madrugada en medio del desorden lógico ante la emergencia, se anunciaron 65 muertos, cifra aumentada una o dos horas después hasta 70 fallecidos.
A las ocho de la mañana, ¡Jesús del Gran Poder! Habíamos disminuido el número de víctimas fatales a sólo seis, aunque minutos más tarde las autoridades se vieron obligadas a reconocer que los muertos eran trece.
En medio de ese peloteo la inolvidable promotora del Colegio desplomado en Tlalpan cuando era delegada en esa demarcación, reiteró que el desastre lo había ocasionado la maldita trabe colapsada que, naturalmente está localizada y en resguardo de las entidades de impartición de justicia.
La aseveración de doña Cheimbaun no se aclaró si lo hizo como parte de un dictamen técnico o fue producto de su prolongada experiencia científica que costó casi dos decenas de infantes muertos en el derrumbe escolar.
Apoyada por su jefe, exonera al constructor, Marcelo Ebrard, y deja de lado a Rioboó, autor de los cálculos y erección de los soportes. Del Puente que se cayó, pues.
El contratista, dedicado a la explotación de acuíferos en el sureste y con esposa en la Tremenda Corte no suda estas calenturas, que tampoco elevan la temperatura del Canciller.
Como es imposible responsabilizar a los anteriores regímenes, ya que llevan 24 años mal administrando la capital, preparan el pelotón de fusilamiento contra el enemigo visible: Mancera.
Este será su castigo por haberse soñado un día como ocupante de la Silla del Águila en Palacio Nacional. O en Los Pinos.
Han sido diez años denunciando fallas y peligros de la Línea Dorada por la que tuvo que huir del país Marcelo Ebrard, refugiándose en su país, Francia.
De los errores de construcción y los altísimos costos así como desfalcos y abierto saqueo del presupuesto del tren, se estarán ocupando otros, yo sólo digo que el castigo que impongan a Mancera será muy merecido, fueron muchos sus pecados.
Lamentable que los directamente responsables, Mario Delgado y el franchute salgan, una vez más, incólumes.
En fin, Cheimbaun, chambones a la mano…
