Relevante MX
COLUMNAS

¡Sea por Dios!

De memoria

Carlos Ferreyra Carrasco

Cuando en Morelia llegué a pensar que la santidad había tocado mi alma, un conflicto familiar, un desacuerdo con mi padre me hizo encaminar mis pasos hacia el templo de San José, vecino a la única secundaria en la capital, dependiente de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

En ese recinto con cierta periodicidad el padre Carrillo me ponía en el barandas que aleja a la mochería, donde le imparten la ostia después de la misa. Con voz lenta, muy local, leía el pasaje bíblico que me ordenaban, mirando a los chamacos amontonados en un rincón del frente.

Según el guión, les indicaba de pié, hincados, sentados, reverentes y así.

Con esa confianza me encamine a San José. Localicé al sacerdote al que expuse mis diferencias con mi padre. Aquí la precisión, yo tenía rebasados los doce años, estaba en primero de secundaria y desde que recuerdo, mi adoración, mi ejemplo en todos sentidos, era mi padre del que estaba absolutamente cierto que era infalible no podía equivocarse bajo ningún concepto.

Hablé con el cura que me dijo que me refugiaría en su casa de asistencia para niños ricos. Yo tendría que justificar alojamiento y comida, limpiando pisos, lavando ropa de cama y atendiendo a los huéspedes de paga. De hecho sustituiríalas monjas que servían durante todo el día y al finalizar daban su chocolatito en agua al cura, con deliciosos panes.

No me asustó ni me desanimó pero en lo más profundo de mi corazón tenía el sentimiento de que algo no estaba bien. Creo que no era mi intención separarme de mis padres, sino recibir una explicación que me ratificara que los padres pueden equivocarse sin maldad.

La razón, lo sabía estaba del lado de mi padre. Y el cura sin la mínima sensibilidad hizo caso omiso y me ordenó que me fuera a empezar mi vida de mozo a su residencia.

Di la vuelta y me encaminé a la salida al Distrito Federal. En la Calle Real me al alcanzó don Alfonso, mi padre que desde la ventanilla del auto me preguntó en tono casual a dónde iba. En igual tono respondí que a Mexico.

Me sugirió que antes de seguir me despidiera de doña Elena, mi madre, que estaba muy angustiada y llorando. No espere más, me trepé al coche y nunca se habló del incidente.

Pero debo decir que la incapacidad de los curas para entender las almas simples, era mi caso, me convenció de que la Iglesia, organización trasnacional, no era el camino. Y mi retiro fue paulatino por cierto, en una familia que no se caracterizaba por mocha, a pesar de origen y cultura moreliana.

Con el tiempo escuché todas las tropelías del Marcial Maciel. Puede afirmarse que eran sabidas en Michoacán, pero era un hombre santo, descendiente de jerarcas eclesiásticos de los que igualmente descendía Eduardo del Río, “de los Rius de Zamora”.

Mayor fue mi antipatía, a pesar de tropezarme con sacerdotes nobles, gentiles, piadosos y muy creyentes como monseñor Abelardo Alvarado. Uno en un millón.

De Maciel conocimos su estrecha, diría que íntima relación con un futuro papa con quien compartió residencia y quien al llegar a la cúpula vaticana, le permitió tener su propia organización. No conozco los sistemas de organización empresarial del Vaticano, pero Maciel tenía un lugar “in pectore” del jefe supremo.

La puntilla a mi ateísmo la dio el payaso que buscó una diputación y que hace mucho logró que el presidente Zedillo, con el dinero de los laborantes y empresarios mexicanos, le construyera la catedral más ostentosa posible en el municipio más pobre de los alrededores.

Onésimo Zepeda, obispo emérito, lo mismo que Maciel, se acogió al amparo de los grandes capitales que lo apapacharon, lo hicieron el payaso de todos los festejos y le aplaudieron hasta hacerlo sentir galán e inteligente.

Asistía a las comidas que periódicamente ofrecía el dueño de El Universal, Juan Francisco Ealy. En la mesa principal era ubicado junto con Beatriz Pagés y otros cuyos nombres no registró. Eran rellenos.

En la mesa vecina, el director Roberto Rock y ciertos colaboradores cercanos. Yo tenía tal distinción por instrucciones de Roberto que sufría la pena negra cuando Ealy ofrecía el convivio.

Sentado un poco separado de la mesa para hacerse notorio, el sacerdote comenzaba su ritual de gestos, carantoñas, ocasionalment interrupciones y todo lo que haría un niño maldoso. O un ente desquiciado, fuera de control.

Onésimo, se explicó cierta ocasión, había sufrido un grave accidente vehicular que le deformó el rostro y le hizo perder control sobre los músculos faciales. De allí su imparable gesticulación

El cura, pegado siempre a la ubre de los mochos millonetas, se enredó con una familiar de Azcárraga, a la que sustrajo (se denunció como robo) pinturas de grandes maestros, por valor de cerca de mil millones o dos mil millones de pesos.

La señora se murió y el emérito, maestro en el arte del “trincatum est” (permítase esta parodia de un latinajo), se enredó en pleitos judiciales que no recuerdo que se haya informado la conclusión. Una versión es que para no enredar más el asunto, dividió los bienes con algún heredero.

Durante la investigación se comprobó que el ensotanado carecía de recursos para la adquisición legal y que tampoco había constancia de fondos provenientes d cualquier fuente financiera. Total, un robo.

En las Comilonas de El Universal, me divertía perversamente ver la angustia de Beatriz, que intentaba escuchar y charlar con Onésimo. Y es que el cura gesticulaba, abría la boca en forma desmesurada, y emitía sonidos guturales. Pero no estaba platicando, sólo que con su buena educación, Beatriz, vecina de asiento, le prestaba la atención que el otro en su desquiciamiento, no se enteraba.

Lo más importante para este discípulo de San Francisco de Asís, era su barrera en las corridas de toros. Le encantaba ver cómo destazaban vivos a los animales.

Parece que no le permitirán candidatearse para diputado. Creo que erró el tiro, debió buscarla por Morena: anciano, desquiciado y de recursos ajenos pero suyos, cumple con los requisitos…

Related posts

Al abordaje de la Corte y el INE

RELEVANTE MX

La consulta popular, la revocación y la democracia en México 

RELEVANTE MX

El AIFA, un aeropuerto militar que parece comercial

RELEVANTE MX

Leave a Comment