Víctor Barrera
De no crear verdaderas medidas económicas que impulse a la México hacia el crecimiento lo que resta de esta administración, nuestro futuro se ve realmente de tonos gris y poco positivo, por lo que es necesario establecer estas medidas o realizar una reforma fiscal a fondo que permita mantener los niveles de captación de impuestos, sin que esto signifique creación de más impuestos o mantener la participación de la inversión privada en todos los sectores.
Lo segundo se sigue limitando ante la idea mal entendida que soberanía, significa rectoría total de cualquier sector, que mantiene esta administración,
La rectoría significa que será el Estado quien tenga el manejo de un sector, pero permitirá bajo reglas, leyes y normas la entrada de capital privado para acelerar la construcción modernización y crecimiento de infraestructura que permita fortalecer la economía nacional.
Sin embargo, el cerrar sectores productivos o áreas, con el discurso de soberanía y seguridad nacional solo provoca que se ahuyenten los capitales y que estos piensen dos veces en invertir ante una política económica que no respeta el estado de derecho, porque se maneja conforme al estado de ánimo quien detenta el poder Ejecutivo en el país.
Esto se ve reflejado en los datos más recientes de la inversión en México, donde la Inversión Fija Bruta mostro nuevamente una disminución en términos reales de 2.1 por diento en diciembre pasado respecto al mes inmediato anterior y una caída de 11.5 por ciento respecto al mismo mes del 2019.
La inversión fija bruta alcanzó su máximo nivel en el mes de julio de 2018 y partir de ese momento ha mostrado una clara tendencia decreciente, que se magnificó en abril y mayo pasados debido al impacto de la pandemia. En el segundo semestre registró una paulatina, pero decreciente recuperación hasta noviembre y en diciembre pasado volvió a registrar porcentajes negativos.
La caída fue de 18.2 por ciento para todo el año pasado utilizando las cifras originales. En el sector de construcción, que es el sector motor de la economía. La caída fue de 19.7 por ciento en 2020; en cuanto a maquinaria y equipo esta caída se ubicó en un rango de 19.5 por diento y en el transporte nacional la caída fue más importante al terminar con 28.6 por ciento en 2020.
Explicándolo más sencillo, la inversión que es la base de creación de crecimiento y riqueza mantiene números negativos lo que se observa con un incremento en el desempleo y por supuesto en la pobreza, debido a que, durante todo el año anterior, el gobierno federal no quiso aplicar medidas, llamadas anti cíclicas, que impidieran que las empresas cerraran sus puertas y arrojaran al desempleo a sus trabajadores.
Entonces en medida que no se recupere la inversión, se tendrá una caída en el ingreso en el país, perjudicando a los trabajadores, a las empresas y al mismo gobierno.
Para entender el proceso económico hay que comprender que lo que se produce y se vende es el ingreso de los distintos sectores, ya sean los trabajadores que lo reciben como sueldos y salarios; como ingresos de los ahorradores que lo obtienen como intereses que pagan los productores, comerciantes y consumidores por sus créditos; del gobierno que lo obtiene como impuestos e ingresos y de los empresarios que lo ganan como sus utilidades. Sin embargo, de no tenerse inversión en el presente que reponga el desgaste de la maquinaria y equipo utilizado y que permita producción adicional en el futuro, se reducirán los ingresos de todos los sectores. De aquí la importancia de lograr que la inversión sea elevada.
La fuente principal de la inversión es el ahorro, que se define como la diferencia entre el ingreso y el consumo, ya sea de las empresas, de los particulares o del gobierno. Como en México el ahorro había sido insuficiente para la inversión que se realizaba, el mismo era complementado con ahorro externo, ya sea como inversión extranjera o como crédito. Esta situación se revirtió el año pasado, cuando nuestro país no requirió ahorro del exterior, sino fue lo contrario, ya que hubo salida de capitales.
México requiere una reforma fiscal urgente que establezca nuevamente los objetivos de crecimiento, pero sin perjudicar los ingresos de las empresas para que estas puedan invertir en maquinaria y mano de obra y con ello producir más, que a su vez se traducirá en crecimiento y mejores salarios, pero esto puede ser un punto que quede pendiente hasta el 2022, porque hoy los objetivos de la administración están en lo electoral y político, sin importar que no haya crecimiento económico.
