Víctor Barrera
Pese a lo que se pretende establecer desde la administración federal, que la economía mexicana muestra signos de recuperación esto no es verdad.
En recientes días vemos datos que deben ser preocupantes para todos, porque la pobreza en el país sigue incrementándose, el desempleo no desparece y la inseguridad sigue prevaleciendo
Esto es consecuencia de no existir verdaderas políticas públicas que puedan ser el motor de un crecimiento económico necesario para el país.
Un ejemplo claro es el índice de inflación que en febrero se ubicó en 3.76 por ciento, cifra preocupante para un país donde los sectores productivos aún no se han abierto totalmente y el desempleo y los bajos salarios siguen persistiendo.
La inflación tuvo este incremento como consecuencia de los mayores precios de los combustibles, gasolina, gas LP, diesel y de algunos productos de la canasta básica como el huevo, la papa, el frijol, arroz, tortilla y podría prolongarse este incremento algunos meses más.
De tal forma que, para la gran mayoría de las familias su economía aún se encuentra en estado crítico y esto no podrá ser solventado hasta que sus ingresos sean totalmente completos.
El desempleo en el país sigue siendo una constante en niveles altos, debido a que las medianas, pequeñas y microempresas no han podido obtener los recursos suficientes para recontratar a su personal o siquiera para nivelar el salario de sus trabajadores que alcanzo hasta un recorte del 30 por ciento, en una acción solidaria de patrones y trabajadores, principalmente, para evitar el cierre de las empresas
A esto sumamos que el gobierno federal sigue en el proceso de destrucción de áreas, manifestando que es para combatir la corrupción, dejando al país en una situación donde las fallas son más recurrentes y por ende el entorpecimiento del desarrollo de nuestra economía.
Si a esto le súmannos la intención de López Obrador de regresar a la época donde el Estado era el principal proveedor de algunos de los insumos de los sectores productivos, como el energético, nos muestra que más que seguir la línea del desarrollo regresaremos a la línea del estatismo, que solo creo ilusión de mejora en la calidad de vida, pero que en realidad fue un crecimiento basado en una economía cerrada.
El mundo ha cambiado y la globalizacio0n es el principal motor económico y social, por lo que los gobiernos que cierren sus fronteras a las inversiones privadas y no sepan cómo utilizarlas a favor del desarrollo de su país condenan a su población a mantenerse en niveles de pobreza.
Ya tenemos más pobres que en 1982 o en 1995, incluso en términos relativos. Ya tenemos una mayor contracción de la economía que en cualquier otro año reciente.
La política actual nos está llevando al fracaso, por lo que deberemos hacer algo para tratar de cambiar este nuevo rumbo o de lo contario volveremos a caer en los errores de la década de los 70 con un Estado paternalista y autoritario o en los errores de los 80 que nos dejaron crisis económicas que aúnno podemos solventar y que ahora abonamos con un proyecto sin rumbo claro.
Debemos exigir que las áreas donde el funcionamiento era motor de crecimiento prevalezcan y en las áreas donde existió la corrupción se corrijan, pero que no se destruya de manera total, lo que nos ha costado años en crear y que han dejado resultados favorables.
