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Escoger “al menos peor”, única opción para los ciudadanos 

Víctor Barrera 

En México cada vez que hay comicios debemos escoger entre lo menos peor y no lo óptimo, porque la “partidocracia” que existe en el país así lo ha implementado durante años. 

Y esto es precisamente lo que vamos a realizar este 6 de junio donde se disputan una enorme cantidad de puestos de elección popular, entre alcaldes, legisladores locales, diputados federales y gobernadores. 

Sin embargo, aun cuando esta cantidad de puestos políticos podrían hacer que el rumbo del país verdaderamente tomara uno distinto al que tenemos, no podrá realizarse, porque la partidocracia sigue siendo el principal obstáculo. 

Desde la época moderna de la política mexicana, que significo que la gente podría elegir a sus gobernantes, las agrupaciones de gente con solo el objetivo de obtener el poder, se han apoderado del desarrollo y crecimiento de México. 

No podemos negar que esto nos ha permitido alcanzar ciertos niveles de desarrollo en muchas áreas, pero en lo político nos hemos estancado y aun no podemos salir del sitio donde estamos, ante la presencia siempre imponente de los partidos políticos y sus decisiones. 

Los partidos políticos y sus integrantes, son quienes hacen y modifican las leyes, para ser siempre ellos los ganadores, aun cuando ahora se manifieste que existen las candidaturas independientes y las ciudadanas, porque la minoría con la cual existen estas candidaturas y triunfadores, las hacen ser minimizadas de manera importante al momento de tomar decisiones entre los partidos políticos. 

Es decir, los partidos políticos solo han permitido que aparezcan estas candidaturas ciudadanas e independientes, pero las limitan porque al momento de repartir los recursos públicos para realizar las campañas políticas, a los llamados independientes les toca cantidades pírricas que van de acuerdo al porcentaje que les toca por las normas y reglamentos establecidos, por los partidos políticos, pero no sirven para enfrentar el tamaño de los recursos que reciben los partidos políticos. 

Por lo tanto, para que un mexicano pueda asumir un puesto de elección popular de manera más fácil, deberá enlistarse a un partido político o de lo contrario está condenado a perder o si gana a ser minimizado ante la presencia de los partidos políticos. 

En los últimos años hemos visto alcaldes, diputados locales y federales y hasta senadores independientes, sin embargo, su participación en la toma de decisiones se minimiza porque no tiene el verdadero peso específico para poder hacer un cambio. 

No son incluidos de manera importante en las llamadas Juntas de Coordinación Políticas, donde se decide la agenda legislativa o no son agrupados en las asociaciones de alcaldes gobernadores, porque no tiene un partido político que los respalde 

Entonces, estos independientes o ciudadanos sucumben ante la aplanadora que se crea el conjunto con los partidos políticos que tienen “un registro oficial”, y que imponen sus reglas, leyes y normas. 

Sin embargo, en estos tiempos, los partidos políticos han utilizado mucho la figura de las candidaturas ciudadanas. Esto ha permitido a los partidos políticos poder jugar con estas candidaturas, para el beneficio de ellos, es decir, manifiestan que sus bases están plagadas de ciudadanos que tienen todas las posibilidades de alcanzar un puesto público que permitirá a los ciudadanos estar mejor representados. 

Esto es cierto, pero la realidad política nos oculta que estos “ciudadanos” deben alienarse a las normas, estatutos y reglas de los partidos políticos que los llevaron a al puesto, anulando de manera instantánea al “ciudadano””. 

Sin embargo, los partidos políticos siguen recurriendo a esta ciudadanía para alcanzar el porcentaje mínimo que les permita seguir existiendo como tal y a su vez seguir recibiendo recursos públicos que bien podrían ser utilizados para construir mayor infraestructura de salud, educativa o productiva que tanta falta hace al país. 

Así cada año vemos como aparecen y desaparecen partidos políticos, pero el objetivo es siempre evitar perder sus prerrogativas políticas, si lo hacen crean nuevos partidos políticos, solo cambiando el nombre del instituto, pero con las mismas bases políticas del que desaparece un año anterior. 

México sigue adoleciendo a una clase política que mira más por sus intereses de grupo que del país, y así lo demuestran las listas de candidatos de los partidos políticos para obtener un puesto público de elección popular, donde se sigue favoreciendo a sus militantes y cúpulas políticas en los puestos donde el desgaste es mínimo, en los llamados plurinominales, donde de ganar o perder obtendrán un puesto, y utilizan a los ciudadanos simplemente como el gancho para atraer más votos. 

Por ello no es de extrañarse que los partidos políticos recurran a los “famosos” en cualquier ámbito para hacerlos sus candidatos, que atraerán los votos y les permitirán incluir a los políticos de siempre en los mismos puestos, decidiendo nuevamente en las leyes, reglas y normas con la cual nuestra democracia deberá seguir funcionando. 

 Es por ello que a los ciudadanos mexicanos nos toca elegir entre lo menos peor, porque al final de cuentas, México no cambia, los partidos políticos deciden el presente y futuro del país. 

Necesitamos que las reglas cambien a favor de la ciudadanía y que los recursos a los partidos políticos disminuyan para que estos no sigan imperando e imponiéndose en México.

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