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COLUMNAS

AMLO, el promotor de sueños

Laberintos del Poder

 

Emilio Trinidad Zaldívar

 

Se acaba un año de más oscuros que claros días para un presidente que se dijo sería el mejor de nuestra historia. Para un hombre que aseguró terminaría con los grandes males de la nación, barriendo de arriba para abajo todo aquello que la ha carcomido; haciendo a un lado los lujos, lo suntuoso, los desvíos de recursos, el despilfarro; con sueldos para servidores públicos que según él eran ofensivos; con una inseguridad que día a día crece y fortalece a las bandas delincuenciales; con la corrupción que sin duda fue y es el mayor de los males; con obras descritas por él “faraónicas” y que producirían más dinero para los ladrones del pasado; con la desigualdad, la injusticia, la impunidad, la miseria.

 

Por el bien de todos primero los pobres, taladraba Andrés Manuel López Obrador en la conciencia de los ricos que se han llevado cuanto han podido, otorgado por gobiernos insensibles y rapaces que daban a los poderosos grandes negocios y adicional les perdonaban impuestos, mientras las clases medias, bajas y desprotegidas, tenían que ver su suerte de muy distinta manera, ignorados por las autoridades.

 

Termina un año para quien afirma cada que puede que está reconstruyendo un país dolido, ofendido, burlado, saqueado por aquella clara mafia del poder que se hizo a manos llenas de dineros pertenecientes al pueblo, pero que poco o nada hace para castigarlos.

 

Concluye un año para un viejo opositor que reniega de su pasado priísta pero que hace suyas las mismas prácticas del dedazo, la imposición, la simulación, el uso de programas sociales, el pago de cuotas, ahora que definen candidatos para la elección que viene, poniendo a amigos, a incondicionales, a socios y a cómplices como abanderados del partido de su propiedad.

 

¿De qué moral habla cuando tiene en su gabinete a verdaderos ladrones? ¿Será por Marcelo Ebrard, que resultó más que beneficiado con aquella pésima y costosa obra del metro a precios alzados? ¿Por Manuel Bartlett y su abusivo hijo que resultó ser una blanca palomita? ¿O será por la decente secretaria Irma Eréndira Sandoval? ¿Acaso por Ana Gabriela Guevara que se ha llevado una tajada en la Conade? ¿Por Julio Scherer Ibarra que obtiene altas comisiones por obras y negocios que promueve e impulsa? ¿Por su hermanito Pío? O ¿por su prima Felipa que ganó fortunas haciendo negocios en Pemex con el apoyo de su incondicional director Octavio Oropeza? Quizás ¿por sus hijos que viajan por el país y el mundo con cargo al erario?

 

¿Será que esa austeridad republicana se quedó en el closet de su casa donde presumía que sólo tenía siete trajes y que hoy no repite uno aunque vista con pésimo gusto?

 

¿Qué tiene mejor México gracias al “austero” trabajo que ha realizado?

 

La crisis económica llegó antes que la pandemia; la inseguridad que presumían él y Alfonso Durazo acabaría disminuyendo tiene ya carta de naturalización; los ahorros que lograría su gobierno no se reflejan en la mejor vida de los mexicanos; muchos adultos mayores dejaron de obtener el apoyo mensual y los dineros de la República los reparte de forma clientelar a marginados y a vagos denominados “ninis” con universidades patito.

 

México estaba mal por lo que hurtaron Enrique Peña y compañía, pero no esta mejor hoy. Ha dividido al pueblo. Hay buenos y malos, con él o en contra; no le importa conciliar, le gusta fracturar a la nación, ver enemigos y no personas que piensan diferente y que su opinión también vale.

 

Es el Presidente que dice una cosa y hace otra. El de las ocurrencias permanentes. El que no se equivoca. El que no escucha. El que sabe manipular a las masas y a los que querían mejores tiempos. El que decía no mentir y miente, no robar y los suyos roban, el que afirmaba no traicionar y que le pregunten a Cuauhtémoc Cárdenas.

 

Andrés Manuel López Obrador no sabe a dónde va. No es hombre que entienda razones ni es de ideas congruentes y sólidas para auténticamente restaurar el orden público y la paz social; trabaja con camarillas y se cree infalible; imagina que los familiares de los más de 120 mil muertos por el Covid-19 no se la van a cobrar.

Cierto es que no todo es culpa de él y su gobierno, pero su política errática para atender la pandemia y su mano escasamente firme y sí muy temerosa, han sido las responsables de una pésima acción en materia de salud.

 

Su arrogancia, insensatez y torpeza no le permiten ver que muy probablemente para el 2021 Morena pierda la mayoría en el Congreso, y no por la nefasta alianza que hacen los priistas, panistas y perredistas, que fueron los responsables de nuestra miseria, nuestro fracaso como nación en crecimiento, y del saqueo más grande que hayamos tenido, sino porque va de tumbo en tumbo. Por lo demás, ni a cuál irle de esos tres partidos que por supuesto deberían pedir perdón a México.

 

López Obrador promueve sueños que sabe no va a cumplir. Para él, será culpa del virus letal que no se irá en varios años el fracaso de su gobierno. Terminaremos peor que cuando llegó, luego de años de lucha por lograr instalarse en Palacio Nacional.

 

Qué fracaso. Qué fiasco es este personaje del que se burlan en distintos países que lo ven tan pequeño y extraviado como es, como está.

 

La tragedia nos acompañará cuatro años más. Malo, muy malo. Nos hemos visto entre presidentes ladrones e ignorantes. ¿Qué hicimos para merecerlo?

 

¡Por favor! Que ya se acabe el 2020 y que la ciencia y no su estúpido uso de las vacunas, acaben con esta historia de terror.

 

Él se seguirá riendo. Es el promotor de sueños, el mayor manipulador que hayamos tenido, mientras el país, y no los hospitales, se colapsan entre sus manos.

 

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