Víctor Barrera
Lo sorprendente de ayer no fue el informe de actividades de Andrés Manuel, que en tan solo dos años ha realizado ya ocho de ellos, porque el discurso sigue siendo el mismo, desde el primero, desde las mañaneras, donde ve un México que no tiene problemas más allá de los que a simple vista no se pueden ocultar, pero que en general muestrea que su administración está haciendo bien las cosas.
Lo sorpresivo es que el nivel de aceptación se recupero después de estar en términos del 50 o 55 por ciento, se ubico en 64 por ciento, sin embargo en comparación al 80 por ciento que obtenía el año pasado, no resulta del todo favorable, pero si sorprendente.
Este resultado se debe en parte a que sus conferencias mañaneras le siguen posicionando, no por lo que informa, sino por la forma en la cual descalifica a sus adversarios políticos y todo aquel o aquello que no tenga, los “datos”, que sean favorables a la figura presidencial.
Cada mañana los mexicanos que ven o escuchan la conferencias matutinas, solo esperan el momento en que López Obrador descalifique y desdeñe a otras personas, organismos o lo que sea necesario, para seguir manifestando que ellos, son los que impiden seguir avanzando en su proyecto de la 4T, que por cierto, sigo insistiendo nadie la conoce en verdad, no hay objetivos claros, solo ideológicos que no tiene un verdadero piso para medirlo o compararlo.
López Obrador sigue repartiendo su falta de cumplimiento a aquellos que no están de acuerdo a su forma de gobernar y le impiden alcanzar sus metas, sin embargo no precisa cuales son estas porque tampoco presentó un Plan Nacional de Desarrollo, y solo envió al Congreso de la Unión una serie de propuestas ideológicas, sin concentrarse en cómo se lograrían y cuál sería la forma más adecuada de hacerlo.
Así y a pesar de que no se ha podido controlar en el país, el número de contagios del covid-19, y que esto ha dejado más de 106 mil fallecidos, tenemos un caída económica sin precedentes en las últimas décadas, lo que ha originado un incremento de la pobreza, de acuerdo a los datos recientes del Coneval, y la inseguridad y violencia no disminuyen como lo había prometido. El discurso y su presencia diaria a través de sus conferencias le mantienen a López Obrador, en niveles altos de aceptación.
Si a esto se suman los beneficiados de sus programas sociales, que a decir del mismo López Obrador, es cerca del 70 por ciento de los hogares mexicanos, todo lo que se pueda señalar que necesita un reacomodo en su rumbo para alcanzar un crecimiento favorable en el corto plazo, no servirá de nada.
López Obrador, sabe que esos niveles de aceptación no son los mismos para su partido y en estos meses, de aquí a la realización de los comicios de junio del 2021, seguirá en el mismo tenor de descalificación y desdén hacia los “conservadores, “fifís” y “opositores”, que no han permitido que el reino, de López Obrador se pueda constituir como tal.