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Jaime Cárdenas, la otra mafia del Poder

Contracolumna

*Manuel Bartlett y Julia Abdalá, amigos

José Martínez M.

Como El Padrino de Mario Puzo, la del Indep y la cuarta transformación es una historia de película. Cuando el presidente Obrador designó al abogado Jaime Cárdenas Gracia como director del Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, lo llenó de elogios, tres meses después las alabanzas se convirtieron en vituperios.
Al presentar su renuncia, el jurista desnudó al gobierno del presidente Obrador. Los críticos del tabasqueño de sopetón convirtieron a Cárdenas en un héroe y los obradoristas lo tildaron de traidor.
Ya sabemos que Obrador nada más escucha una crítica en su contra y reacciona como un capo di tutti capi, de inmediato saca su metralleta de injurias. Ningún político ha tenido la habilidad de disparar más insultos por minuto que una AK-47, de esas que llaman cuerno de chivo. Una ráfaga de ofensas de los cartuchos del tabasqueño y sus víctimas caen abatidas en su dignidad, honor y credibilidad.
Cuando el caso amerita, Obrador tiene su brazo ejecutor para castigar a sus enemigos acusados de corruptos. Santiago Nieto Castillo, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera es el inquisidor que actúa a la menor señal del Jefe con la clásica instrucción de “encárgate de esto”. Esos “moditos” le han acarreado a Nieto conflictos con el fiscal Alejandro Gertz Manero.
Como en la mafia, el jefe de jefes de la cuarta transformación exige a sus subordinados un juramento de lealtad absoluta. Pareciera que con su renuncia Jaime Cárdenas rompió el código de honor de las mafias sicilianas, la omertá, que en este caso prohíbe hablar de los asuntos internos del gobierno.
Jaime Cárdenas no es un soplón. No estuvo dispuesto a jugarle al redentor. Por eso denunció que el presidente Obrador espera una fe ciega de sus colaboradores como si fueran unos “juanitos”. Simplemente no estuvo de acuerdo y decidió cumplir con su obligación de denunciar los malos manejos en el Indep que involucran a personajes cercanos al círculo del presidente, específicamente a Alejandro Esquer, su secretario particular, como antes lo fue René Bejarano con los millones de pesos recibidos del empresario Carlos Ahumada.
Contra su voluntad Jaime Cárdenas, un político de perfil bajo, pasó a convertirse en un personaje mediático.
Desde muy joven su vida ha estado ligado a la academia donde es reconocido por su trabajo especializado en los temas de la corrupción. Sin duda alguna su renuncia al Indep representa una ruptura con Morena y la política. Cárdenas anticipó que va a regresar a su cubículo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
En un ejercicio de introspección asumió la decisión más difícil de su vida. Renunció a su cargo con las consecuencias que todo ello implica. “El presidente esperaba una lealtad ciega”, denunció tan pronto comenzó a sufrir el acoso de los medios y de las huestes obradoristas.
Como en las películas de vampiros, Cárdenas le puso una estaca en el corazón de la cuarta transformación.
Aunque de alguna formaron fueron compañeros de lucha, Cárdenas y Obrador no son los grandes amigos.
En 1989 mientras Cárdenas estudiaba un doctorado en España conoció al senador del PRD Luis Martínez Fernández del Campo quien lo presentó con Manuel Camacho Solís. Camacho lo incluyó en su equipo de trabajo en el gobierno de la Ciudad de México durante el sexenio de Salinas. Cárdenas fue enviado por Camacho a estudiar transiciones democráticas a Estados Unidos pero al no ser favorecido con la candidatura presidencial, Cárdenas ingresó al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
Un trabajo académico sobre procesos electorales causó impacto en el PRD. Fue así que Los Chuchos lo invitaron a ser consejero del IFE, cuando José Woldenberg presidió ese instituto. Al concluir su gestión como consejero regresó a la UNAM y de ahí pasó a convertirse en diputado externo del PT.
A partir de entonces se hizo amigo y después asesor jurídico de Manuel Bartlett.
La pregunta es ¿cómo un jurista prestigiado en el tema de la corrupción iba a ser consejero de uno de los políticos más corruptos ligados a Obrador?
Cuando estalló el escándalo de la millonaria fortuna en propiedades de Bartlett y su familia, Jaime Cárdenas se vio metido en un brete. ¿Cómo ayudar al amigo metido en problemas? Bueno, ya todos sabemos que el primer defensor de Bartlett fue el presidente Obrador quien lo defendió a capa y espada, diciendo que el exgobernador de Puebla era una víctima de las canalladas de los conservadores.
La esposa de Cárdenas, María de la Luz Mijangos Borja, titular de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción le tocó conocer el expediente de la sospechosa fortuna de Bartlett y su familia, estimada en cerca de mil millones de pesos. Pero lejos de actuar con la ley en la mano la flamante esposa de John Ackerman, la secretaría de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval se apresuró a exonerar al director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett de los señalamientos de corrupción.
Inexplicablemente la pareja sentimental de Bartlett, la señora Julia Abdala sin antecedentes empresariales antes de conocer a Bartlett, y la que ha recibido condonación de impuestos y ha amasado una multimillonaria fortuna, fue dejada en el olvido sospechoso.
Santiago Nieto el titular de la terrorífica UIF jamás se dio a la tarea de investigar a la señora Abdala y congelar sus cuentas, como regularmente se hace con los enemigos de Obrador.
Jaime Cárdenas, sin duda alguna, es un hombre que sabe demasiado, quien debe estar comprometido ética y moralmente a desvelar la historia de la mafia de la cuarta transformación, o pasará a la historia como una tapadera de Bartlett y compañía.

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