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EL BURRO Y LAS COMPUTADORAS OBRADOR CRIMINALIZA A ESTUDIANTES

Contracolumna

JOSÉ MARTÍNEZ M.

Cualquiera puede cometer una estupidez pero cuando alguien las comete todos los días, eso ya es otra cosa. 

No se puede hablar de la educación de nuestros jóvenes sino tenemos una visión de país. Y mucho menos, no se puede criminalizar a los universitarios que se preparan en las mejores universidades del extranjero. 

El presidente Obrador no tiene ni la más remota idea de que la educación y un proyecto de nación van íntimamente de la mano.

Un presidente no puede expresarse como lo hace Obrador. Es una estupidez comparar a nuestros estudiantes que se preparan en el extranjero con mafiosos. 

Para empezar, todos sabemos que Obrador fue un pésimo estudiante. Un fósil de la universidad con malas calificaciones, que tardó 14 años en concluir su carrera y que con chanchullos “acreditó” los idiomas (francés y portugués) para titularse. (https://www.youtube.com/watch?v=DP6VvJxXzaM) 

Su resentimiento y su ceguera mental lo han llevado a menospreciar a los jóvenes talentosos que salen del país a continuar con sus estudios al extranjero, según él, los que “supuestamente tienen más conocimiento, son los que más daño le han hecho al país”. Para él, los jóvenes universitarios que cursan posgrados son como uno de los personajes de la célebre novela El Padrino de Mario Puzo.

No se puede ser tan ruin ni actuar con semejante bajeza.

Con dificultades cada año se gradúan mil 300 doctores en todas las disciplinas, el diez por ciento de ellos en educación y humanidades. Menos del dos por ciento de ellos lo hace en prestigiosas universidades del extranjero. 

Ninguno de ellos son delincuentes como lo considera el presidente Obrador que prefiere otorgar becas a jóvenes que ni estudian ni trabajan, pero que él los ve como una cosecha de votos.

En los primeros meses de su gobierno, en su delirio Obrador apostó que iba a “convertir a México en una potencia económica”. (https://www.youtube.com/watch?v=06JoszvqYXY)

De poco sirve un plan que diga a dónde quiero llegar como país sino tengo cómo ejecutarlo con las personas educadas para ello.

Pregunto: ¿Qué quiere ser México? ¿Qué queremos ser cómo país?

Un mandatario no puede hablar con falsedad e hipocresía y menos si no tiene la más mínima autoridad para hablar de educación. 

En principio Obrador y los legisladores de Morena dieron marcha atrás a la reforma educativa. Luego, el tabasqueño se comprometió a crear cien universidades para ofrecer educación gratuita, pero resultó solo un montaje. Se trata de “escuelas patito” sin infraestructura, sin planes académicos definidos a las necesidades del país y sin ningún rigor académico ni para estudiantes ni maestros. 

Pero según él, México no requiere de especialistas. 

Vaya, esto si es más que preocupante. 

En este momento hay alrededor de diez mil jóvenes mexicanos en diversas universidades del mundo, mientras China tiene un millón estudiando en el extranjero, la India más de 200 mil y Corea del Sur otro tanto.

Debemos comenzar por determinar cuál es la mejor educación que se debe ofrecer a la población de acuerdo con la estrategia de posicionamiento del país. Hay que ser realistas: eso implica tiempo, dinero y sacrificio.

Insisto: ¿Qué queremos ser como país? ¿Un país maquilador? ¿Ser potencias en turismo como Francia y España? ¿Un país productor de valor agregado? ¿Tenemos la decisión de fortalecer un tejido de pequeñas y medianas empresas integradas a la cadena de valor de las empresas dominantes? ¿Queremos un plan para apoyar a los más dinámicos y creativos emprendedores que ayuden a innovar al ecosistema corporativo?

¿Qué quiere ser México?

Dice Obrador que piensa convertir a México en una potencia.

¿Cuál es la estrategia?

Para empezar México enfrenta su mayor crisis económica del último siglo y no hay un plan de rescate. 

Y pregunto nuevamente: ¿Hay algún plan  para los próximos cincuenta años? ¿El Estado garantiza que todas las partes del sistema económico actúen con el mismo fin? ¿Cuántos graduados obtendremos, qué calidad deben tener, en qué? ¿Qué debemos enseñar? ¿Cómo? ¿Debemos invertir en primarias generales, en preparatorias orientadas a oficios, en terciarios técnicos y en universidades orientadas al mercado o en pequeñas escuelas superespecializadas? ¿Tenemos que mantener a nuestros estudiantes en campus enormes o podemos educarlos a distancia conformación presencial parcial, aprovechando las nuevas tecnologías? ¿Cuántos profesionales necesitamos, para qué, en qué?

Seamos realistas, no hay recursos para investigar y los doctorados son muy limitados. Los profesores en vez de investigar y publicar, solo enseñan, lo cual reduce la capacidad de actualizarse en sus especialidades.

Una estrategia de país implica alinear muchas decisiones individuales. Difícilmente el Estado puede ofrecer todo para todos –el Estado a final de cuentas, no lo es todo–, pero sí puede y debe ofrecer lo mejor para ubicar y promover a los más capacitados.

Hay mucho desfase entre nuestras instituciones educativas y la realidad. Hay un problema serio de interconexión entre el sistema educativo y las necesidades de crecimiento. No tenemos las suficientes incubadoras conectadas o dentro de las universidades –con excepción de algunas escuelas de negocios– para crear nuevas empresas.

Nuestra vinculación universidad-empresa todavía es incipiente. Nuestros profesores de las universidades, públicas y privadas, carecen de incentivos económicos para investigar y crear y la capacidad para generar patentes es exigua.

Sabrá acaso el presidente Obrador de la existencia del programa internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA que lleva a cabo la OCDE a nivel mundial para medir el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas, ciencia y lectura.

Lamentablemente, el desempeño de México en la prueba PISA está por debajo del promedio mundial.

Sabrá acaso Obrado que solo el 24 por ciento de los egresados de preparatoria continúan algún estudio de grado.

Es triste que no exista un plan básico para estimular a los mejores estudiantes y a los mejores profesores, no hay becas ni acuerdos entre el Estado y las grandes empresas para los jóvenes egresados.

No se puede ser tan ruin ni criminalizar a los estudiantes que salen al extranjero a prepararse mejor cuando en su propio país se les niega el acceso a una mejor educación y preparación profesional.

Realmente el país está en manos verdaderamente criminales que estigmatizan a quienes representan el futuro de la nación. 

Bien lo dijo Obrador: ¿Qué acaso Villa y Zapata necesitaban computadoras para hacer la Revolución o Madero o Juárez andaban perdiendo el tiempo en el Excel?

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