Gansadas
Carlos Ferreyra Carrasco
Bocones como son, los pejelovers como se auto nombran, no pierden la oportunidad de colgarse de cualquier suceso, así implique un rayón o la exposición una vez más, de errores, deficiencias y atropellos del partido en el poder.
“Mmmmm… se enfermó de anemia y de lo demás en el camino de España a México (trece horas). Los reportes de Salud española no indican que tuviera eso que dicen que tiene… Y allá le hicieron exámenes de salud en Málaga, luego en Madrid y horas antes de salir para México… mmmm… extraño…”
En breves líneas el periodista Joel Hernández resume el horripilante, por descarado, teatro armado en torno a la encarcelación o encarcelamiento fallido de Lozoya, el galán de moda en las redes sociales.
Una semana antes, apenas al saberse que el presunto ladrón y deshonesto funcionario público declaró su anuencia para ser extraditado a su país, México, el señor Gertz Manero informó que el reo entregaría documentos, grabaciones y toda suerte de comprobantes de la participación de quiénes y de cuánto en los latrocinios.
Sin aclararlo, al parecer lo que piense la opinión pública no los desvela, dejó entrever que en su plan de colaboración con la justicia aplicable a otros, no se le impondría a Lozoya que quedaría como testigo protegido o equivalente.
Fueron por él en avión especial, nadie lo vio bajar o abordar los vehículos de la Fiscalía. Llegaron a las puertas del reclusorio y allí en inexplicable hecho, el vehículo que transportaba “el paquete” posó casi medio hora para que los fotógrafos se dieran gusto.
Las fotos muestran un sujeto con cachucha hasta las orejas y bozal de allí para abajo. Digamos que lo único apreciable son sus pizpiretos ojitos, imposible identificar al que se mostró lo necesario para certificar que sí lo llevaron a la cárcel.
Nuestro gobierno actual, además de no tener la mínima idea de lo importante que resulta la información cierta, muestra su felicidad con rutas inesperadas, sorpresivas, inauditas.
Así fue. Sin la certeza de que a Lozoya lo hayan fichado en el reclusorio, nos enteramos que la butifarra, el jamón bellotero, los cochinitos estilo Cándido, los percebes y hasta el arroz campesino, no son nutritivos.
El pobre extraditado llegó con síntomas de niño biafrano y con una atroz gastritis esofágica segura consecuencia de la ingestión abusiva de vinos gallegos, pesados aunque deliciosos.
Alarma. Los gachupines emitieron un comunicado informando que el tipo fue entregado en muy buenas condiciones y que los protocolos carcelarios obligan a la hospitalización de los reos enfermos.
Para que los aborígenes de la antigua Nueva España lo metamos en nuestra cabeza y dejemos las fantasías aparte, señalan en su comentario, que no es posible detectar una anemia nada más al mirar al paciente que debería ser objeto de estudios, análisis y más pruebas clínicas.
De acuerdo con los hispanos, nos están viendo la cara de turistas. Lozoya no está enfermo sino recluido en una suite hospitalaria en los pisos superiores de Médica Sur.
No conozco tales alojamientos, pero en descripción amistosa de quien ya pasó por ahí, se trata de una verdadera residencia de varios cientos de metros. Allí instalaron a los guardianes de la salud del ex director de Pemex y adquirente de Fertinal y de Agrohidrogenados.
Con una precisión: si aceptó acudir ante las autoridades para exponer su defensa, no es de suponer un intento de fuga. Pero lanzar porquería a un ventilador y luego festinar el número de manchados, es muy peligroso.
Los agentes lo están cuidando. Muchos, muchísimos ex funcionarios y gran número de funcionarios actuales, saben que a partir de la presentación de Lozoya ante los jueces, habrá un alfanje sobre sus cogotes.
De allí la irregular orden de que ni haya presentes testigos ajenos en las conversaciones con los salones. Saldrán a relucir nombres útiles para el uso electoral futuro.
Pero también los nombres de quienes hoy están arrimados a las ubres del poder y antes medraron y se enriquecieron al amparo de un cargo oficial. Esos, al estilo eclesial, los llevará el líder “in pectore”.
En síntesis, lo cuidarán hasta que suelte todo lo que le digan, que no será necesariamente lo que sabe o lo que le conste. Después, que lo amparen las Once Mil Vírgenes.
Un corchetito: para apresar y ejecutar a Genaro Vázquez Rojas, encarcelaron a su hijo y a su esposa. Para obligar a Lozoya a aceptar la extradición, apresaron a su madre y a no sé cuántos familiares.
Moraleja: a nuestras policías les quitarán las veredas pero las querencias nunca. Costumbres que hacen Ley…