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Nueva normalidad=muerte

Eduardo García Anguiano

 

Dos fenómenos generan muertes constantes en México: el coronavirus y la violencia homicida.

 

A diferencia de otros países, en el nuestro la muerte tiene un significado doloroso al momento, pero folclórico con el transcurso del tiempo, sólo lean algún texto que describa los velorios a la mexicana, los mariachis en los cementerios, el culto a la santa muerte o los recientes desfiles del dos de noviembre en la capital del país.

 

Nuestro lenguaje no es ajeno a ello y nos referimos a tan singular personaje como: la parca, la huesuda, la niña, la blanca, la tiznada, la calaca, la fría, la tilica o la pálida; se cuentan 104 formas de referirse a la muerte en tierras nacionales.

 

Tal vez sea por esta forma de concebir a la muerte que, ante la violencia homicida y el coronavirus, no sepamos de las grandes condenas contra los hechos de los últimos tiempos, veamos:

 

Violencia homicida.- De acuerdo con las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de diciembre de 2018 a mayo de 2020, los primeros 18 meses del actual gobierno federal, fueron asesinadas 53 mil 628 personas en México; un promedio de 98 homicidios diariamente.

 

Entre las víctimas figuran cinco mil 811 mujeres, un promedio de 11 mujeres asesinadas al día, incluyendo casos de homicidio y feminicidio. También se registran mil 807 menores de 17 años entre las víctimas, lo que equivale a tres niños o adolescentes asesinados cada 24 horas.

 

Es el primer año y medio de gobierno más violento desde que se contabilizan los homicidios dolosos. La tasa de asesinatos duplica a la registrada en mismo período del Presidente Felipe Calderón y es 55% más alta que con el Presidente Enrique Peña.

 

Coronavirus.- Las cifras al 15 de julio del presente nos dicen que hay 36,906 defunciones confirmadas en el país, cuarto lugar en números absolutos en el mundo; este dato es superior a la población del municipio de Metepec, Estado de México; o a la de Ciudad Mendoza, Veracruz y también es superior a la población de Zacatlán, Puebla.

 

Así es que, si por cultura se tratara, la muerte en nuestro país no reclama mucho de los resultados de las políticas de seguridad, justicia y salud.

 

El célebre Juan Rulfo expresó: “La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas.”

 

secretariadoejecutivo1313@gmail.com

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