Víctor Barrera
El presidente Andrés Manuel López Obrador acudirá la próxima semana a Estados Unidos con el objetivo de reunirse con su homólogo en Estados Unidos Donald Trump, para dar inicio al Tratado Comercial T-MEC, que podría ser un elemento que inicie la recuperación económica de las tres naciones firmantes de dicho acuerdo.
Aun cuando no se sabe de manera cierta en el carácter con el que viajara, solo un acercamiento entre mandatarios para, en una ceremonia, dar inicio al T-MEC o en una gira de Estado, donde se acercara a los diferentes sectores productivos y al Congreso norteamericano para escuchar cuales son las dudas, opiniones y requerimientos para mantener este tratado comercial a favor de ambas naciones.
Si es la segunda, López Obrador tendrá que ir preparado ante la embestida que los sectores productivos realizaran a favor de sus intereses y que empiezan con la verdadera aplicación de la reforma laboral para evitar una competencia desleal en términos de salarios, algunas otras serán las capacidades de exportación que tendrán los empresarios norteamericanos a nuestro país y por supuesto los aranceles que se les cobrara por ello.
En las respuestas que ofrezca López Obrador podremos entender el tamaño y la dirección del tratado comercial que se negoció por parte de los funcionarios mexicanos quienes han manifestados en varias ocasiones que están satisfechos con los términos a los cuales se llegó.
Si en verdad es favorable, México tendrá que voltear hacia su mercado interno para fortalecer todas las áreas con el objetivo de no perder lo que hasta ahora se ha convertido en el sostenimiento de nuestro país con una balanza favorable de exportaciones de nuestra industria, comercio y sector empresarial en general.
Por lo que, repito, AMLO tendrá que encontrar las respuestas correctas ante la percepción de los norteamericanos a sus políticas económicas y de seguridad que han colocado a México, como lo ha dicho recientemente el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, como un país que no se encuentra con las condiciones o para invertir.
Además deberá explicar y convencer de que las modificaciones realizadas recientemente en el sector energético de México, corresponden a las necesidades exclusivas de nuestro país, pero a su vez deberá ofrecer algunos proyectos para inversión privada y con ello a traer recursos financieros para el país.
Respecto a la inseguridad, tema que preocupa a los norteamericanos, deberá explicar cuál es su estrategia para erradicarla, para coadyuvar con Estados Unidos en el combate al narcotráfico y si se permitirá que una acción conjunta permitirá la entrada de elementos de seguridad y organizaciones policías a norteamericanas e nuestro país para combatir el narcotráfico.
Respecto al tema migratorio, López Obrador tendrá la oportunidad de decirle directamente al Donald Trump, que México no seguirá siendo el patio trasero, como lo declaró durante muchos años en sus campañas políticas y que el trabajo realizado se hace con base a las políticas internacionales y de migración mexicanas y no para complacer a los norteamericanos.
De tal manera que tanto Marcelo Ebrard, como algunos otros secretarios de estado, estarán pendientes de las declaraciones de López Obrador y esperando que el traductor que le pongan a AMLO comprenda la forma en la cual el tabasqueño da vuelta a asuntos de importancia y termina esquivando las preguntas para imponer su pensamiento y echar la culpa a otros de lo que no ha podido resolver o a resuelto de manera negativa para los interés de los norteamericano.
La gente que acompañará a AMLO en su primer viaje internacional, llevará además de un nerviosismo un puñado de estampitas de los santos que protegen a López Obrador para iniciar el T-MEC con el pie derecho y no el izquierdo, lo único que podemos reconocer es que la forma de pensar ambos mandatarios en algún aspecto son iguales y es muy probable que haya un acercamiento amable para los dos.