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UN PRESIDENTE PARANOICO PARTE 2

Contracolumna

José Martínez M.

En nuestra historia política no se recuerda el caso de un personaje tan jactancioso como el presidente Obrador. No obstante que su gobierno y su partido son un desastre, el tabasqueño presume y alardea de sí mismo y de sus “cualidades”. No puede contener su vanidad y arrogancia. Es irrefrenable su deseo por exhibirse como un hombre incorruptible, aunque su entorno esté lleno de corruptos. A esta condición algunos le llaman “umbocentrismo” y su definición consiste en la incapacidad para ver más allá del propio ombligo.

Obrador reúne todos los rasgos de las personas paranoicas. Por ejemplo, cuando presentan las “pruebas” de algún hecho en el que se sienten víctimas, en la realidad no parecen creíbles.

Los paranoicos son obstinados, intolerantes, mantienen una racionalidad fría y una rigidez psicológica, así como un desprecio del otro. En el paranoico predomina la desconfianza que se manifiesta en un temor exagerado de la agresividad ajena y tienen la sensación de ser una víctima de la maldad del otro; son suspicaces y celosos.

La inseguridad de Obrador, no sólo demuestra su incapacidad para hacer frente a los grandes problemas del país. Eso explica, en buena medida, su inclinación por hacerse la víctima de supuestos golpes de Estado.

Ha recurrido al escándalo mediático para “denunciar” los supuestos complots en su contra. La primera vez que se habló de un supuesto “golpe de Estado” fue en 2006 cuando Felipe Calderón le ganó la elección por una mínima diferencia de votos de 0.1% (Calderón obtuvo 35.91% y Obrador 35.29%). Fue cuando Obrador se proclamó como “presidente legítimo”.

Ahí comenzó su delirio. Incluso esos trastornos aun no los ha superado.

Cuando Obrador arribó al poder el semblante le cambió pero no desapareció el trauma. Un año después tras su aplastante triunfo de las elecciones de 2018, el director del Canal 6 de Julio, Carlos Mendoza, “camarada” del vocero obradorista Jesús Ramírez Cuevas, realizó el documental “En Nombre de la libertad, 4ta transformación y Ultraderecha” para denunciar un supuesto “golpe de Estado blando” contra el gobierno de Obrador, cuyo argumento fue responsabilizar a las “campañas” en las redes sociales, como supuestas protestas convocadas por organismos financiados “probablemente” por Estados Unidos, así como “noticias falsas” para derrocar al tabasqueño.

Obrador sabe que no goza del consenso de los mexicanos y le preocupa sobremanera el comportamiento de las fuerzas armadas. El gran ridículo que sufrieron las fuerzas armadas se dio con la captura y liberación del narcotraficante Ovidio Guzmán, el afamado hijo del Chapo Guzmán. Un asunto que termino en un espectáculo ruin que daño la imagen de los soldados mexicanos.

Días después de esos hechos, se dio el discurso del general Carlos Gaytán en el que hizo saber el sentir de las fuerzas armadas.

En un desayuno de la cúpula militar –donde estuvo presente el secretario de la Defensa Luis Crescencio Sandoval– se envío un mensaje al presidente Obrador quien parece no entender la importancia de las instituciones. El discurso del general Gaytán fue avalado con aplausos unánimes. Dijo Gaytán: “Nos preocupa el  México de hoy. Nos sentimos agraviados y ofendidos como soldados”.

En ese discurso se mencionó las situaciones que afectan al México actual: el divisionismo, cuando menciona: “Pero es imposible olvidar las experiencias del pasado, porque en los eventos donde existió la unidad nacional, el país pudo ver sus aspiraciones satisfechas y se construyeron los objetivos nacionales. En aquellos eventos donde dicho valor estuvo ausente, se perdieron territorio y soberanía, el pueblo resultó lastimado, la economía entró en crisis, y el país tuvo que emprender su recuperación, casi desde cero… Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento”.

Es cierto cómo dijo otro general (Enrique Cervantes Aguirre) en su momento ante el presidente Zedillo: “Los militares no son fuerza económica, no se desempeñan como factor político ni como árbitro social”.

Obrador ha cometido muchos errores respecto a las fuerzas armadas. Primero, como candidato responsabilizó al ejército de ser los autores de la masacre del 2 de octubre del 68, señaló también que los soldados fueron parte y cómplices de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, los responsabilizó de varias masacres en la lucha contra el narco, desapareció al Estado Mayor Presidencial en medio de descalificaciones.

Es evidente el viraje de Obrador respecto a las fuerzas armadas. Ahora comparte con ellos el poder y les ha asignado múltiples tareas, desde la construcción del nuevo aeropuerto, participara en el tren maya, les ha entregado el mando único en la Guardia Nacional para encargarse de la seguridad pública y se les ha encargado a las fuerzas armadas la construcción de cientos de sucursales del llamado Banco del Bienestar, entre otras múltiples tareas.

Y para echarse a la bolsa al ejército, decidió acampar en las instalaciones militares durante la gira anti-sanitaria en busca de la promoción del voto con miras a las próximas elecciones.

¿Qué pretende Obrador? ¿Qué insinúa?

Recordemos que los seductores son perversos. Cuando actúan mal o piensan atacar, antes que todo buscan protegerse.

Es muy difícil engañar a nuestras armadas. El falso complot para presuntamente derrocarlo con la BOA (Bloque Opositor Amplio), es una más de sus mentiras. Fue un montaje para distraer la atención de los malos resultados de su gobierno. Y con ello busca que las fuerzas armadas sean sus aliadas en su ambición por mantenerse en el poder más allá de su periodo constitucional, de acuerdo a su proyecto “bolivariano”.

 

 

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