De memoria
Carlos Ferreyra Carrasco
Los había de madera y otros “de marfil”, seguramente tallados en hueso de algún animal grandote.
Imprescindibles en una época en que los calcetines tenían unos casi invisibles hulitos que se aguadaban rápidamente y entonces te los tragabas.
En el transcurso del día los calcetines desaparecían dentro de los zapatos, por entonces y para que duraran toda la vida a los mocosos, las botas mineras TenPac.
A esas botas no se les aplicaban cremitas ni cosa parecida. Se sometían a un rígido baño de aceite automotriz quemado. En las suelas estoperoles que en la noche pateabas el suelo y sacaban chispas.
Los más civilizados sólo colocaban una herradura en el tacón y otra en la parte delantera de la suela de los zapatos que, de fábrica, contaban con un refuerzo metálico que llamaban casquillo y que iba colocado enmedio de la piel de la puntera.
Pocos privilegiados usábamos huaraches de suela de llanta y cuero crudo también curado en aceite. Con este calzado igual nos comíamos los calcetines que además se agujereaban en el talón y la parte correspondiente al dedo gordo.
Los señores usaban unos ligueros que se ajustaban en la pantorrilla. Sus calcetines eran de material distinto al hilo que por barato nos endilgaban a los mocosos.
Explico lo anterior porque en las tediosas tardes toluqueñas, con un frío atroz en un salón enorme de una casa monstruosa, mientras mi padre, don Alfonso Ferreyra León, contribuía a pelar los cerros circunvecinos donde pasaba largas temporadas, mi madre, doña Elena Carrasco Sandoval intentaba distraernos poniéndonos a leer a mi hermano, Alfonso y a mi.
La mayor Olga, no necesitaba guía ni orientación, leía, escribía, tejía, bordaba y siempre tenía mente y manos ocupadas.
En ciertos momentos y si nos poníamos inquietos, la dueña de casa nos enseñaba a tejer suéteres, guantes o lo que se pudiese hacer con un par de agujas y mucho estambre.
Hasta allí bien, porque en otros momentos debíamos tomar un huevo, seguramente de madera y nos dedicábamos al rescate de los calcetines. Aplicábamos un zurcido “de petatillo” que logramos dominar lo suficiente para que los agujeros, por grandes que fuesen, quedarán sellados.
Aunque no invisibles… a estas alturas, si es que alguien no se durmió por el camino de la lectura de este texto, se preguntarán a qué viene esta narración de habilidades desgraciadamente perdidas con el paso del tiempo. Se trata de evadir lo que parece enfermedad más contagiosa que la epidemia de los maldosos, o sea la que contagia a los malvados, los mentirosos y los corruptos.
Encuentro hoy que no basta la autoridad ni la ley sino que es necesario un consejo empresarial para que Notimex cumpla con un dictamen de Conciliación y Arbitraje. Que deja sin molestar a la violadora de la ley, Sanjuana.
Lo sabíamos desdendenantes como sabemos también que se pretende sustituir a la agencia con un órgano difusor de bondades y beneficios del gobierno federal. Y exhibir a los temibles gobernadores a los que pronto meterán en un complot que no será tal, sino el derecho de disentir con Pejehová y Solovinos de compañía.
Conocemos los hasta ahora infructuosos intentos de anular a la Comisión Nacional Electoral, lo que ya lograron con el tribunal Electoral de la Federación y con la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ahora transformada en fetiche de supuesta defensa de los pobres.
Ahora, con una embestida mal organizada, porque no sirven ni para maquiavelos, van tras los gobernadores que están exigiendo sus derechos, los derechos de sus gobernados, tras empresarios –¡cuidado, Claudio!— a los que someterán a un régimen de terror que estará a cargo del fantoche que tenga en sus manos el poder del SAT.
En la historia de la humanidad no xse ha registrado un hecho cvomo el de esta mañana, cuando el presidente López Obrador hace una denuncia con base en un papel que le entregó no sabe quién y que contiene afirmaciones que no saben cómo las sustentan. Pero útiles para la complomanía.
La denuncia está coja por donde se le vea: participar en una organización de opositores ante este o cualquier otro gobierno, no te convierte en delincuente, sólo que el mandatario ya advirtió, quien no está conmigo, con la Transformación (que declaró a E Pig Menio que se trata de una Revolución) está contra mí y contra los cambios.
Entiéndase, pues, que para el futuro no habrá ciudadanos de primera o segunda. Sólo habrá sirvientes incondicionales y enemigos desembozados. Dos frentes y como dijo el poeta, en medio de ambos, don Peje como un Dios…
¿Para esto? Mejor sigo con mi cuento de los calcetines y los huaraches que me llenaban de orgullo y a mi madre de vergüenza. Democracia, gobierno del pueblo, de las mayorías, zarandajas de los neoliberales y los corruptos.