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Ni el dolor ni las lagrimas ni los listones negros provocan sensibilidad en AMLO; sus números lo alegran y estimulan para regar por el país sus peroratas

*Y mientras él con otros datos recorre el sureste, López Gatell construye su carrera política; algún cargo de elección popular merece, dicen

Socorro Valdez Guerrero

A esconder muertos para que el señor no se ofenda. Tan obnubilado, tan soberbio, tan ¡insensible! Que hasta sus mismas y maquilladas cifras le molestan. Le preocupa, más que le ocupa, que su imagen se tiñe de negro. Que hay una sombra de muerte en cada paso que da. Que los fantasmas rondan y siguen a su espalda.

Esos que hoy penan la negligencia e indolencia. Le pesa el espectro de cada muerto que camina junto a sus acciones. Que en cada lugar están ahí mirándolo de frente. Que ellos y ellas que pudieron seguir con vida, lo acosan con su presencia.

Señor, su administración, pero más su actuar lo empujan a ser digno de un Oscar.

Su “Sexto sentido” y sus demonios son los que le persiguen. Usted, y su actuar, es digno para que el mejor guionista retrate su actitud. También la del otro; la de ambos que despachan en Palacio Nacional, porque a los dos, al que hoy, recorre el país, y al que da las cifras, los acompañan sus demonios.

Incluso a ellas, que se afanan, y hacen todo por desaparecerlos desde sus cuentas de tuiter. Los ayudan, y buscan quitarles todos los fantasmas que les persiguen. Uno, siente ese acoso al reportar día a día lo que enluta a la familia mexicana, y el otro, cuando recorre el país, y también día a día, siente que lo siguen y lo atrapan.

Por eso grita y habla de persecución, de ¡ataques! Y son sus espectros, su visión sus ¡demonios internos! ¡Señores, señoras! No es la libertad de expresión, no son las falsas noticias, no son los periodistas independientes, no es la irresponsable difusión de mentiras, son sus ¡Fantasmas!, señor.

Es lo que ha creado lo que lo sigue, lo que los atacan. Esos que están sólo en sus mentes, en su visión. Son sus calvarios. Sus frustraciones. Son sus almas que penan su incapacidad de contener una pandemia.

Los cadáveres y el luto no son mentira ni ficción. Hay retrasos en las notificaciones y estadísticas, y eso es evidente. Aunque también las lágrimas. También las familias que lloran un fallecimiento.

Podrán reducir y “maquillar cifras”, podrán no dar más datos y ocultar número de muertos, pero el luto ¡No se oculta! Usted tan inclinado y amante de las redes sociales, voltee a ver cuanto moño negro hoy es el perfil de los usuarios de Facebook.

Cuantos mensajes de condolencia, cuantos de dolor y tristeza existe en quienes usted ni los voltea a ver. La muerte y el luto ¡No se fingen! El dolor en el alma ¡No se manipula!

Los mexicanos lloran, de verdad lloran y viven con miedo. Claman se acabe la muerte. Desaparezca el rictus en esos rostros por perder un hijo, un hermano o hermana, un padre, un tío ¡Un familiar! A ese que ayer confiado pidió, “¡no se preocupen, de esta salgo, y tendremos tiempo de abrazarnos!”, y ¡No regresó! O aquellos que oraron, pidieron a otros hacer cadena de rezos, prendieron veladoras. Rogaron, se hincaron, y encomendaron a él, a ese que usted dijo nos protegería, que lo hiciera regresar, y sí, sí lo hizo, en ¡Cenizas!

Y hoy, ya no existe y no pueden despedirlo ni llorar juntos. Sólo rezar tras una videollamada, porque ellos, ellos, ¡No quieren también morir! ¿Le duele los números, las estadísticas? Que bueno que es sólo eso, y no la muerte de un hijo.

Eso, usted lo resuelve fácil. De la orden! ¡Imponga! Como siempre y dígale a aquel, que inició una carrera política, y no una carrera por contener las muertes, que se ¡Calle! Que deje de utilizar la muerte y el contagio para promoverse, que no de estadísticas de fallecidos, para que usted, el patrón, no hable de ataques ni le ensombrezcan sus recorridos y su visión lo engañe, vea los fantasmas de aquellos que siente penan.

Hoy usted puede esconder muertos, aunque ahí están entre nosotros. Sí en nuestras familias. Y los vamos a esperar. Vamos a volverlos a recibir en nuestra intimidad. Vamos a esperar con ansias noviembre, para que salgan y estén en nuestros altares el “Día de muertos”.

Nos regocijaremos para creer en “Coco”. ?¿O también nos va a prohibir ese culto? También nos va a quitar que adornen y llenen nuestros retablos con la “Sombra del amor” que les tuvimos y sentir que “La Vida es Bella”.

Usted, señor, usted y aquellos, regocíjense con la “Ley de Herodes” y no se enfade, déjenos con nuestro dolor y con libertad, usted posicione su imagen y la de esa no morena, sino ¡negra! bandera de luto, que hoy, aunque quiera, sólo es quimera.

Que decepción, señor, nunca había comprobada tanta insensibilidad. Al menos los otros, esos que que lo dejaron frustrado y con odio, por lo menos simulaban lo “políticamente correcto” y claro, engañaban sentirse de luto. Sentir las tragedias que mataron a pocos, pero usted, usted señor, ¡ofende! Porque ni se preocupa y menos se ocupa que la sombra del luto está en la familia mexicana.

Lastima verlo que no le inmuta el dolor ni que a diario se derramen lágrimas y el listón negro hoy sea el adorno principal de casas y sobre todo, de ¡perfiles!

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